¿El Mundial en la Era Trump? El mayor espectáculo del fútbol enfrenta su prueba más difícil en EE.UU.

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THE LATIN VOX (27 de junio del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.

En 2026, el planeta fútbol pondrá sus ojos en Norteamérica. El Mundial de la FIFA, el evento deportivo más visto del mundo, será coorganizado por México, Canadá y Estados Unidos. Pero mientras crece la emoción en los estadios, también crece la incertidumbre en las fronteras. ¿Querrá —y podrá— realmente el mundo asistir a una Copa del Mundo en la era de Donald Trump?

El retorno de Trump a la Casa Blanca ha reavivado el temor entre defensores de derechos humanos, comunidades migrantes y millones de aficionados en el extranjero. En sus primeros meses en el cargo, ha reinstaurado restricciones migratorias, intensificado controles fronterizos y firmado una nueva orden que prohíbe el ingreso a ciudadanos de más de una docena de países, incluyendo Irán —una nación ya clasificada para el torneo.

Aunque la orden excluye a jugadores, entrenadores y familiares directos, no hay ninguna garantía para los hinchas. Y sin ellos, ¿qué es un Mundial?

Un evento global… ¿con puertas cerradas?

Estados Unidos será el principal anfitrión del torneo, con 11 de las 16 ciudades sede repartidas a lo largo de su vasto territorio. Se espera que unos 6,5 millones de personas asistan a los partidos en los tres países organizadores. Pero grupos como Human Rights Watch y Amnistía Internacional advierten que las actuales políticas migratorias estadounidenses contradicen los valores fundamentales del deporte: inclusión, respeto y diversidad.

“Las detenciones arbitrarias, las deportaciones masivas y el trato hostil en los cruces fronterizos están generando un ambiente tóxico para los visitantes”, afirmó Steve Cockburn, de Amnistía Internacional. Especialmente preocupante, dice, es la situación para personas 2SLGBTQ+, minorías religiosas y ciudadanos de países en disputa con EE.UU.

¿El fútbol por encima de la política?

Gianni Infantino, presidente de la FIFA y aliado político de Trump, ha asegurado que todos los aficionados serán bienvenidos. Pero expertos como Vijay Setlur, de la Schulich School of Business en Canadá, dudan que sea suficiente: “Imaginen a un fanático iraní viajando a EE.UU. en este clima de tensión. Aunque solo quiera ver un partido, podría terminar detenido. Es un riesgo real.”

Y no solo se trata de ideología. El costo económico del viaje —boletos, visados, alojamiento, vuelos internos— podría limitar el acceso incluso a los fanáticos más apasionados.

Un Mundial que prometía unidad

Cuando en 2018 se anunció que Canadá, México y EE.UU. albergarían juntos la Copa del Mundo 2026, se vendió como una apuesta por la unidad regional, un puente en medio de tensiones comerciales y amenazas de muros fronterizos. Hoy, esa visión parece desdibujarse ante el resurgimiento del nacionalismo y las políticas de exclusión.

“La Copa del Mundo debía elevar los estándares de inclusión. Pero esas promesas están en serio peligro”, alertó Human Rights Watch en una carta pública a la FIFA.

¿Boicot en puerta?

Algunos grupos ya han sugerido boicotear los partidos en Estados Unidos, lo que podría afectar la logística, la venta de entradas e incluso la imagen del evento. Para la FIFA, el desafío no es menor. Aunque los Mundiales recientes en Rusia y Catar enfrentaron cuestionamientos por derechos humanos, ambos lograron llenar estadios.

Alan Rothenberg, ex presidente de la Federación de Fútbol de EE.UU., cree que los fans seguirán viniendo. “Un verdadero amante del fútbol no se detiene por la política”, dijo.

Sin embargo, los tiempos han cambiado. Hoy, no se trata solo de diferencias ideológicas, sino de obstáculos reales para obtener visados o evitar problemas en aduanas. El gobierno de Trump ha prometido agilizar los procesos con inteligencia artificial y turnos dobles en consulados, pero la credibilidad de esas promesas es limitada.

¿Vale la pena el riesgo?

Con otros eventos de talla mundial como el Mundial de Clubes, la Ryder Cup de golf y los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en el horizonte, Estados Unidos se juega más que un título deportivo: se juega su reputación como anfitrión global.

Para Setlur, el dilema es claro: “La FIFA, desde lo logístico, probablemente desearía que este Mundial se celebrara en Europa. Pero ya no hay vuelta atrás.”

Y aunque los verdaderos hinchas quizás crucen fronteras con tal de ver rodar el balón, la gran pregunta persiste: ¿Podrán hacerlo sin miedo?



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