En un movimiento audaz para abordar el gasto público, la ministra de Finanzas Chrystia Freeland ha presentado un presupuesto que busca equilibrar las ambiciosas iniciativas de gasto con un aumento de impuestos a los más acaudalados de Canadá. El presupuesto, que incluye un programa de vivienda de gran envergadura dirigido a los votantes millennials y de la Generación Z, se financiará en parte con un incremento de los impuestos a las grandes corporaciones y a los ciudadanos más ricos.
Este ajuste fiscal se presenta como una medida para “pedir a los canadienses más ricos que paguen su parte justa”, según palabras de los Liberales, y se espera que genere aproximadamente 19.4 mil millones de dólares en nuevos ingresos durante los próximos cinco años. La medida ha sido defendida por Freeland a pesar de las críticas de aquellos que, según ella, “se quejan amargamente” de los cambios propuestos.
El presupuesto también contempla un aumento en la tasa de inclusión de las ganancias de capital para corporaciones y fideicomisos, así como para ganancias de capital individuales superiores a 250,000 dólares. Con estos cambios, el gobierno liberal busca mantener su promesa de ofrecer una oportunidad justa para construir una vida de clase media buena, igual o mejor que la de sus padres y abuelos, manteniendo al mismo tiempo el déficit bajo control.
La expectativa es que estas medidas fiscales no solo financien los nuevos gastos, sino que también ayuden a mantener la relación deuda-PIB en una tendencia descendente, asegurando que los niveles de deuda sigan de cerca el tamaño general de la economía.