
THE LATIN VOX (6 de julio del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
Un ambicioso satélite espacial diseñado para rastrear y exponer emisiones de metano —uno de los gases de efecto invernadero más poderosos— ha desaparecido en el espacio, en un golpe inesperado para los esfuerzos globales de transparencia ambiental.
El satélite, conocido como MethaneSAT y respaldado financieramente por el multimillonario Jeff Bezos, dejó de comunicarse hace diez días y se da por perdido, según confirmó el Fondo de Defensa Ambiental (EDF, por sus siglas en inglés), organización que lideraba el proyecto.
El aparato de 88 millones de dólares, lanzado en marzo de 2024, tenía la misión de monitorear fugas de metano provenientes de pozos, oleoductos e instalaciones de procesamiento en todo el mundo. El metano tiene un poder de calentamiento 80 veces mayor que el dióxido de carbono durante un período de 20 años, lo que lo convierte en un objetivo crítico en la lucha contra el cambio climático.
Última señal sobre el Ártico
La última señal conocida de MethaneSAT fue captada sobre el archipiélago noruego de Svalbard, y según EDF, ya no hay esperanzas de recuperación: el satélite perdió potencia y se desvió de su órbita.
“Lo vemos como un revés, no como un fracaso,” declaró Amy Middleton, vicepresidenta senior de EDF, en una entrevista con Reuters. “Lo que hemos aprendido en este proceso nunca lo habríamos logrado sin asumir este riesgo.”
Tecnología para responsabilizar a los contaminadores
MethaneSAT era una pieza clave dentro de una campaña global para presionar a más de 120 países que en 2021 prometieron reducir sus emisiones de metano, y también a 50 compañías petroleras que en la COP28 de Dubái, en 2023, se comprometieron a eliminar fugas y la quema rutinaria de gas.
Aunque no era el único satélite que proporcionaba datos sobre metano, MethaneSAT se destacaba por su nivel de detalle, además de su colaboración con Google para crear un mapa global de emisiones accesible al público.
EDF notificó la pérdida del satélite a la NOAA, la Comisión de Bolsa y Valores de EE.UU. (SEC) y la Fuerza Espacial estadounidense. Afortunadamente, el satélite contaba con un seguro, y los ingenieros del proyecto investigan las causas de la falla.
Un contexto político desfavorable
El revés ocurre en un momento en el que la presión política en Estados Unidos para monitorear emisiones se ha reducido drásticamente. Bajo la segunda administración de Donald Trump, se eliminó el programa nacional de seguimiento de gases de efecto invernadero y se rescindieron normas implementadas durante el mandato de Joe Biden para limitar las emisiones de metano.
¿Y ahora qué?
Pese a la pérdida del satélite, EDF asegura que continuará con su misión utilizando otros recursos, como aviones equipados con espectrómetros de detección de metano. “Seguiremos buscando fugas desde el aire, desde la Tierra y desde donde podamos”, afirmaron.
Otros proyectos similares siguen en marcha. GHGSat, una compañía privada con sede en Montreal, ha desarrollado una constelación de satélites de alta resolución —actualmente cuenta con 12 en órbita— que detectan emisiones de metano de fuentes como vertederos y pozos de gas.
Aunque su información no es de acceso público como la de MethaneSAT, GHGSat colabora con el Observatorio Internacional de Emisiones de Metano del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
En junio de 2025, Canadá, uno de los países líderes en regulación ambiental, lanzó un nuevo paquete de normativas para reducir las emisiones de metano en vertederos, complementando sus objetivos ya establecidos para reducir en al menos 75 % las emisiones del sector petrolero y gasífero para 2030.
El problema de los “superemisores”
A pesar de estos esfuerzos, la ONU advirtió el año pasado que los llamados “superemisores de metano” —grandes operadores responsables de fugas masivas— rara vez toman medidas correctivas cuando se les notifica que están contaminando.
La pérdida de MethaneSAT representa un duro golpe a la visibilidad sobre estas prácticas.
Un paso atrás… ¿hacia un futuro más informado?
Aun así, los expertos insisten en que el conocimiento obtenido y las alianzas construidas a lo largo del proyecto MethaneSAT no se perderán. “Cada satélite perdido es una oportunidad para lanzar otro mejor”, dijo Middleton.
Mientras tanto, el planeta sigue esperando que los compromisos firmados se conviertan en acciones reales, y que la lucha contra el metano, tan invisible como urgente, no dependa de una sola herramienta… ni siquiera una que orbita la Tierra.
MethaneSAT está perdido, pero el desafío climático sigue en curso. La pregunta es: ¿cuántas señales más necesita la humanidad para actuar?
Crédito fotográfico: Space