
El 15 de marzo de 2025, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ordenó una serie de ataques aéreos sobre Saná, la capital de Yemen, dirigidos contra los rebeldes hutíes respaldados por Irán. Esta acción se produjo en respuesta a una serie de ataques perpetrados por los hutíes contra buques mercantes en el mar Rojo y el golfo de Adén, que resultaron en el hundimiento de dos embarcaciones y la muerte de cuatro marineros.
Los bombardeos estadounidenses se centraron en instalaciones estratégicas de los hutíes, incluyendo sistemas de radar, bases de defensa aérea y plataformas de lanzamiento de drones. El objetivo declarado de esta ofensiva es proteger los activos marítimos de Estados Unidos y restablecer la libertad de navegación en la región. El presidente Trump advirtió que las operaciones podrían extenderse durante varios días o semanas, dependiendo de la evolución de la situación sobre el terreno.
Las autoridades sanitarias en Saná informaron que, hasta el momento, al menos nueve civiles han perdido la vida y otros nueve han resultado heridos como consecuencia de los ataques aéreos. Estos informes han generado preocupación en la comunidad internacional respecto al impacto humanitario de la escalada militar.
En una declaración posterior a una reunión con el presidente francés, Emmanuel Macron, en la Casa Blanca, Trump instó a Irán a cesar su apoyo a los hutíes de manera inmediata. El mandatario estadounidense acusó a los hutíes de llevar a cabo una campaña de piratería, violencia y terrorismo, y enfatizó que Estados Unidos utilizará toda su fuerza para garantizar la seguridad en la región.
Esta ofensiva marca la primera operación militar de gran escala en Oriente Próximo desde el retorno de Trump a la presidencia. La decisión de actuar militarmente se produce en un contexto de crecientes tensiones en la región, especialmente después de que los hutíes anunciaran hostilidades contra buques israelíes en respuesta al bloqueo de Israel a Gaza.
La comunidad internacional observa con atención el desarrollo de estos acontecimientos, preocupada por una posible escalada del conflicto que podría desestabilizar aún más la región y afectar las rutas comerciales marítimas vitales para la economía global.