
Un exasesor principal de inteligencia del primer ministro Justin Trudeau ha expresado su temor de que Estados Unidos utilice el acceso a información de inteligencia como una herramienta de negociación en las discusiones sobre el gasto en defensa de Canadá.
Vincent Rigby, quien se desempeñó como asesor de seguridad nacional e inteligencia de Trudeau durante los primeros años de la pandemia, advirtió que el gobierno de Donald Trump podría endurecer su postura respecto a Canadá en este tema.
“Escuchamos mucho sobre el gasto en defensa y el umbral del dos por ciento, y sobre lo que EE.UU. puede o no hacer si no asumimos nuestra responsabilidad”, declaró Rigby en una conferencia del Instituto de Asuntos Globales de Canadá. “Me temo que, en algún momento, la inteligencia será utilizada como una herramienta de negociación”.
El expresidente Trump y otros legisladores estadounidenses han criticado en reiteradas ocasiones a Canadá por no cumplir con su compromiso con la OTAN de destinar al menos el dos por ciento de su PIB a la defensa. Actualmente, el país norteamericano invierte aproximadamente el 1.37 por ciento, con un compromiso de alcanzar la meta para 2032.
Rigby destacó que el acceso a información de inteligencia podría convertirse en un arma en la política exterior de Washington. “Algunos lo consideran improbable, pero en mi experiencia no fue una amenaza velada durante la primera administración Trump. Es un riesgo real que debemos considerar”, subrayó.
Canadá forma parte de la alianza de inteligencia conocida como los “Cinco Ojos”, junto con Australia, Reino Unido, Nueva Zelanda y Estados Unidos. Ottawa depende en gran medida de la información proporcionada por sus aliados, especialmente de los servicios de inteligencia británicos (MI6) y estadounidenses (CIA), que cuentan con sistemas de recolección de datos más desarrollados.
El exministro de Seguridad Pública Dominic LeBlanc resaltó en una investigación sobre injerencias extranjeras que esta cooperación es vital para la seguridad nacional. “Me sorprendió al asumir el cargo hasta qué punto somos importadores netos de inteligencia”, dijo LeBlanc en febrero de 2024.
Stephanie Carvin, profesora de asuntos internacionales en la Universidad de Carleton, reforzó esta afirmación: “No hay duda de que Canadá es un consumidor de inteligencia más que un productor. Eso no significa que la información que generamos no sea relevante, pero dependemos considerablemente de nuestros aliados”.
Un ejemplo concreto de la importancia de esta colaboración se dio hace una década, cuando el FBI alertó a las autoridades canadienses sobre un video en el que un residente de Ontario, Aaron Driver, anunciaba su intención de cometer un atentado suicida. Gracias a esta información, las fuerzas de seguridad pudieron intervenir a tiempo y evitar una tragedia.
Ante la posibilidad de un nuevo gobierno de Trump, la incertidumbre sobre el acceso canadiense a datos sensibles ha aumentado. Si EE.UU. decide condicionar la inteligencia a cambios en la política de defensa de Canadá, esto podría generar repercusiones en la seguridad nacional y en la relación bilateral.
Los expertos advierten que Ottawa debe prepararse para posibles presiones y considerar estrategias para fortalecer su propia infraestructura de inteligencia. Al mismo tiempo, Canadá enfrenta el desafío de equilibrar sus compromisos con la OTAN y su presupuesto de defensa sin comprometer su soberanía.
En un mundo donde la información es poder, la posibilidad de que la inteligencia se convierta en una moneda de cambio podría redefinir la dinámica de seguridad entre Canadá y Estados Unidos en los próximos años.