Estudio: Democracias liberales esperan con alta expectativa la nueva era Trump

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THE LATIN VOX (15 de enero del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.

A medida que el mundo observa la posibilidad de un regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, el impacto de su figura va mucho más allá de la política estadounidense. Trump es, en muchos sentidos, tanto síntoma como causa de un nuevo desorden mundial.

En una era cada vez más marcada por el transaccionalismo, donde los grandes poderes, como Rusia y China, buscan revisar o incluso derrocar el orden establecido, las democracias liberales, especialmente las europeas, deben despertar y afrontar la nueva realidad global.

En los últimos años, hemos visto cómo las grandes potencias revisionistas, como Rusia y China, desafían abiertamente el statu quo, mientras que potencias medias como Turquía, Brasil y Sudáfrica juegan con todos los bandos.

En este escenario, la guerra en Ucrania, los conflictos en Medio Oriente y los disturbios en Sudán son solo el reflejo de un mundo que cada vez más se asemeja a la Europa del siglo XIX, plagada de grandes poderes y imperios en competencia.

La llegada de Trump a la presidencia de los Estados Unidos podría consolidar este nuevo enfoque transaccional, un enfoque que no solo es característico de Trump, sino también de otras potencias globales que, como él, priorizan la negociación pragmática sobre los principios ideológicos.

Esta realidad ha quedado reflejada en la reciente encuesta global realizada por el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR), que cubre 24 países y fue diseñada en colaboración con la Universidad de Oxford. Los resultados de esta investigación dejan claro que el mundo ve la política global de una manera completamente diferente a la forma en que las democracias occidentales la perciben.

Trump y su impacto internacional

Según la encuesta, una sorprendente cantidad de países fuera de Europa reciben con buenos ojos el regreso de Trump. En naciones como India, Arabia Saudita, Brasil, Sudáfrica, China y Rusia, muchos creen que su regreso sería positivo para la paz mundial, especialmente para resolver el conflicto en Ucrania y Medio Oriente.

De hecho, las preocupaciones que predominan en Europa y Corea del Sur, naciones que dependen de la seguridad estadounidense, no se reflejan en estos países, que parecen ver en Trump una figura capaz de restablecer el equilibrio de poder global, a pesar de los escándalos que marcaron su presidencia.

En cuanto a Rusia, muchos países continúan viéndola como un socio internacional aceptable, a pesar de su agresiva guerra contra Ucrania. Países como China, India y Turquía no sólo han mantenido relaciones con Moscú, sino que también consideran que Rusia seguirá teniendo una influencia creciente en los próximos años. Esto contrasta con las proclamaciones occidentales de una «derrota estratégica» de Rusia en Ucrania, las cuales no parecen coincidir con la perspectiva global.

El desafío de las democracias liberales

En un contexto en el que muchos países están dejando atrás las visiones binarias de la Guerra Fría, las democracias liberales, y en particular las europeas, deben adaptarse a una nueva realidad: la del à la carte world.

Este nuevo escenario implica un enfoque flexible y pragmático, donde las naciones están dispuestas a colaborar con potencias como Estados Unidos, China o Rusia según sus intereses específicos, sin que esto implique un compromiso ideológico absoluto. Esto es particularmente desafiante para las democracias liberales, que tradicionalmente han basado sus relaciones internacionales en valores comunes.

Europa, en particular, debe aprender a ser más transaccional en su política exterior, manteniendo sus valores, pero reconociendo que el mundo ya no es un lugar donde las alianzas se definen por ideales compartidos. En lugar de abrazar una postura rígida, las democracias deben estar dispuestas a hacer negocios con China en temas económicos y ambientales, aunque condenen su historial de derechos humanos, o a colaborar con Rusia en cuestiones de seguridad, a pesar de las diferencias ideológicas.

El futuro de la cooperación global

La encuesta también señala una creciente desconfianza entre las democracias europeas hacia los Estados Unidos. De hecho, solo el 22% de los europeos encuestados consideran a Estados Unidos un «aliado», mientras que un 51% lo ve como un «socio necesario».

Esta desconexión refleja la profunda división dentro de Europa respecto a su relación con los Estados Unidos y, más ampliamente, con el liderazgo global que Trump representa. Sin embargo, esta división no es solo entre Europa y América, sino también dentro de Europa misma, donde países del este y sur, como Hungría, Bulgaria y Rumanía, son más positivos sobre la figura de Trump, en contraste con naciones como Francia y Alemania.

La lección más importante que las democracias europeas deben aprender es que solo a través de la acción colectiva y la unidad se podrá generar suficiente fuerza para competir en este nuevo orden mundial. Europa, compuesta principalmente por potencias medianas y pequeñas, debe actuar de manera más coordinada, construyendo alianzas que incluyan no solo a los países occidentales, sino también a otras potencias emergentes.

Conclusión

El regreso de Trump y el resurgir de potencias transaccionales están desafiando el orden mundial que prevaleció tras la Guerra Fría. Para las democracias liberales, especialmente en Europa, la adaptación a esta nueva era será crucial.

Es momento de reconocer que el mundo ya no se rige por la lógica de los bloques ideológicos, sino por intereses pragmáticos que exigen alianzas y estrategias flexibles. Las democracias liberales deben prepararse para un mundo más transaccional, donde la unidad interna será la clave para hacer frente a un sistema internacional cada vez más impredecible y fragmentado.

Crédito fotográfico: EA News


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