
THE LATIN VOX (28 de octubre del 2025).- Por Daniela Medina.
Un equipo internacional de científicos ha descubierto una relación estadística notable entre destellos breves de luz en el cielo nocturno —captados en observaciones astronómicas realizadas entre 1949 y 1957—
y las pruebas nucleares atmosféricas realizadas por Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Soviética, así como los informes de fenómenos aéreos no identificados (UAP, por sus siglas en inglés) de la época.
La investigación, publicada recientemente en la revista Scientific Reports, marca un avance en el estudio de lo que hasta ahora se había considerado «leyenda de la ufología» o errores fotográficos, y presenta datos empíricos que podrían abrir nuevas avenidas de investigación científica.
¿Qué tipo de luces fueron registradas?
Los investigadores analizaron datos de la encuesta astronómica del norte del cielo llevada a cabo por el Palomar Observatory en California entre el 19 de noviembre de 1949 y el 28 de abril de 1957 etapa conocida como POSS-I (Palomar Observatory Sky Survey).
En esas placas fotográficas se observaron “transitorios”: fuentes de luz puntuales que aparecían en una exposición, pero no antes ni después, es decir, que surgían como “destellos” de corta duración. Estos eventos fueron clasificados como «objetos que desaparecen o aparecen» en el cielo (Vanishing & Appearing Sources) por el proyecto VASCO.
Algunas de las características señaladas por los autores:
- Los destellos ocurrieron con mayor frecuencia el día siguiente a una prueba nuclear atmosférica.
- Hubo un aumento del 45 % en la probabilidad de observar un transitorio en fechas cercanas a pruebas nucleares (un día antes o despues)
- El incremento fue del 68 % específicamente para los días después de la prueba nuclear.
- Además, cada reporte adicional de UAP (fenómenos aéreos no identificados) en un día determinado se asoció con un aumento medio del 8,5 % en el número de transitorios detectados
¿Qué relación se propone entre luces, pruebas nucleares y UAP?
Los autores del estudio plantean que las pruebas nucleares atmosféricas —que liberaron grandes cantidades de energía, radiación, iones y perturbaciones electromagnéticas en la atmósfera y quizás en la ionosfera podrían haber generado efectos visibles poco comprendidos, que se tradujeron en esos destellos fotográficos.
Por otro lado, la coincidencia estadística con reportes de UAP sugiere que parte de los avistamientos de fenómenos anómalos podrían estar vinculados a esos mismos patrones ya sea como observaciones de los transitorios o como fenómenos asociados al entorno de las pruebas nucleares. Los investigadores advierten que no afirman haber identificado la causa exacta, pero consideran que los hallazgos “aportan soporte empírico adicional” a la existencia de UAP y su posible relación con armas nucleares.
Uno de los resultados más sorprendentes es que los transitorios no ocurrieron de forma aleatoria: su aparición se concentró en las ventanas de pruebas nucleares, lo que hace menos probable que sean simples defectos de las placas fotográficas, un argumento que hasta ahora había sido dominante.
¿Qué no dice el estudio (y qué queda por aclarar)?
Es importante subrayar que el estudio no afirma que las luces sean necesariamente objetos extraterrestres, tecnología humana clasificada o extraterrestre, ni que todas las observaciones de UAP se expliquen por este fenómeno. Los autores advierten que aún “no se conoce la importancia última de las asociaciones” que han hallado.
Algunos factores que siguen sin resolverse:
- ¿Por qué cesaron los transitorios en ciertas fechas a pesar de que continuaron las pruebas nucleares? Por ejemplo, después del 17 de marzo de 1956 no se detectaron más, a pesar de que se realizaron múltiples detonaciones.
- ¿Cuál es el mecanismo físico exacto que genera esos destellos? ¿Perturbaciones ionosféricas, plasma, radiación secundaria, objetos reflejantes, o quizá una mezcla?
- ¿Hasta qué punto los informes de UAP coinciden geográficamente con los transitorios o con zonas de pruebas nucleares?
- ¿Qué papel juegan los defectos de placas fotográficas eventualmente no descartados, la contaminación de los registros o las condiciones atmosféricas especiales de la época?
Implicaciones científicas, históricas y de seguridad
Científicas
- El estudio abre un nuevo campo: la “arqueoastronomía social y militar”, donde se usan archivos astronómicos antiguos para investigar impactos humanos en el cielo y la atmósfera.
- Cambia la percepción de que los transitorios eran defectos sin significado: podrían representar fenómenos reales, aunque poco comprendidos, en la interfaz entre la Tierra, la atmósfera y el espacio cercano.
- Podría ampliar nuestra comprensión sobre la ionosfera, la física de explosiones atmosféricas, la radiación y los efectos secundarios de la era nuclear.
Históricas
- La era de las pruebas nucleares atmosféricas (años 40–50) sigue generando efectos imprevistos: emisiones, hilos de radiación, perturbaciones electromagnéticas e incluso huellas fotográficas que cobran sentido décadas después.
- Las fuerzas armadas, organismos de investigación y socios históricos podrían verse impulsados a revisar archivos que antes se consideraban “solo efectos colaterales” o incidentes menores.
- Se reabre la narrativa sobre observaciones de UAP en la Guerra Fría, muchas de ellas ligadas a bases nucleares, silos de misiles y zonas de pruebas, lo que adquiere ahora respaldo estadístico.
Seguridad y política
- Si existe una correlación entre detonaciones atómicas y fenómenos detectables por observación astronómica o informes de UAP, podría interpretarse como un indicador de vulnerabilidad: el cielo se “mueve” o “responde” cuando se prueba una bomba.
- Este tipo de hallazgos puede influir en la transparencia de los programas de pruebas nucleares, la supervisión internacional y la necesidad de estudiar “efectos secundarios” de las armas que van más allá de la contaminación radiactiva y los daños físicos.
- Por otro lado, el acceso de investigadores independientes a los datos (astronómicos, militares o de observación del cielo) podría volverse más relevante en términos de seguridad global y confianza pública.
Escenarios hacia el futuro
- Investigación ampliada y descubrimiento técnico: Archivos fotográficos de otras décadas, regiones y observatorios podrían revelar más transitorios, permitiendo modelar el fenómeno y eventualmente explicar su naturaleza.
- Integración con monitoreo actual de UAP/transitorios: Con satélites, sensores de campo y radares actuales, se podría establecer si fenómenos similares ocurren hoy vinculados a pruebas, radares militares o actividad humana en la atmósfera superior.
- Aplicaciones civiles y militares: Si se entiende el mecanismo, podrían desarrollarse sensores pasivos para monitorear pruebas nucleares no declaradas (como una forma adicional de verificación internacional) o investigar riesgos atmosféricos derivados de explosiones.
- Negación estatal y controversia pública: Dado que la investigación toca territorio de armas, fenómenos aéreos no identificados y archivos de seguridad, podrían emerger tensiones entre transparencia científica y reserva gubernamental, lo que genera debates de política pública y ética.
El reciente estudio publicado en Scientific Reports abre una puerta fascinante y algo inquietante hacia cómo la actividad nuclear de mediados del siglo XX dejó huellas no solo en la Tierra y su atmósfera, sino también en los cielos que los astrónomos creían “tranquilos”. Las luces breves captadas en placas fotográficas prueban que el legado de la era atómica es más amplio de lo que se pensaba: se extiende al dominio visual del cielo nocturno, tocando incluso el enigmático mundo de los UAP.
Queda mucho por saber: ¿qué generó esos destellos?, ¿qué relación concreta tenían con los informes de UAP?, y qué otras huellas quedaron en el firmamento de la Guerra Fría?. Este estudio no cierra el misterio, pero sí lo legitima científicamente. Y en esa legitimidad, la ciencia se acerca un poco más a lo que una vez se consideró extravagancia o invención.
Fuente: www.sciencealert.com
Foto. Google fotos