En un reciente anuncio, la primera ministra de Alberta, Danielle Smith, ha propuesto prohibir los bloqueadores de la pubertad para niños menores de 15 años, a menos que ya hayan comenzado el tratamiento. Esta medida ha generado controversia y opiniones encontradas.
Los bloqueadores de la pubertad son medicamentos administrados por inyección a jóvenes que experimentan disforia de género, una condición en la que la identidad de género de una persona no coincide con el sexo asignado al nacer. Estos medicamentos detienen los cambios físicos típicos de la pubertad, como el desarrollo de senos debido al estrógeno o el engrosamiento de la voz debido a la testosterona.
El Dr. Daniel Metzger, endocrinólogo pediátrico del Hospital Infantil BC, explica que los bloqueadores se utilizaron inicialmente en la década de 1990 para retrasar la pubertad en niños que comenzaron a desarrollar características sexuales a una edad temprana, incluso a los tres años. En los Países Bajos, los médicos comenzaron a administrar estos medicamentos a jóvenes no conformes con su género en la misma década, y el hospital de Vancouver fue el primero en utilizarlos en Canadá hace aproximadamente 26 años.
La edad promedio en la que se administran los bloqueadores de la pubertad es alrededor de los 10 años para las personas asignadas como mujeres al nacer y 11 años para las personas asignadas como hombres al nacer. Estos medicamentos permiten a los jóvenes decidir si desean continuar con cirugías de afirmación de género, algunas de las cuales son irreversibles.
La propuesta de la primera ministra Smith ha generado debates sobre el acceso a la atención de género y la importancia de considerar la edad adecuada para proporcionar estos tratamientos. Mientras el primer ministro Justin Trudeau critica la medida, el líder conservador federal Pierre Poilievre apoya la idea de que los bloqueadores de la pubertad solo se proporcionen después de los 18 años.
En resumen, los bloqueadores de la pubertad son una herramienta importante en la atención de jóvenes con disforia de género, pero su uso y regulación continúan siendo temas de discusión en el ámbito de la salud.