
THE LATIN VOX (31 de agosto de 2025). Por Daniela Medina.
En una pequeña comunidad rural al noroeste de Penticton, más de 200 residentes viven con la angustia de perder sus hogares. No por incendios forestales, inundaciones o sequías —riesgos habituales en la región—, sino por la imposibilidad de pagar el agua.
El sistema de abastecimiento de Sage Mesa, que bombea agua del lago Okanagan y la trata con cloro, necesita reparaciones urgentes.
La infraestructura, con más de 60 años de antigüedad, ya no cumple con los requisitos mínimos de seguridad establecidos por Interior Health. El costo estimado para modernizar las instalaciones asciende a 33 millones de dólares, lo que equivaldría a más de 1000 dólares mensuales por familia.
“No conozco ningún lugar en el planeta donde se paguen 1.200 dólares al mes por agua potable. Esto no tiene sentido”, protesta Bruce Turnbull, quien ha vivido en su casa durante cuatro décadas.
La amenaza de abandonar el hogar
El costo ha puesto en jaque a jubilados y familias que dependen de pensiones limitadas. Randy Enns, de 80 años, teme que la factura lo obligue a vender la vivienda en la que ha pasado medio siglo:
“Mi terreno es privado, tengo vecinos maravillosos y realmente no quiero irme. Pero mi salud ya es frágil y esta presión financiera me está destruyendo”, confesó.
Para muchos, la casa representa su “nido de ahorro”. Pero la crisis amenaza con desplomar el valor de las propiedades. “Si quisiera vender, nadie va a querer comprar con esta deuda encima”, lamenta Enns.
Sharon Plato, exenfermera de 83 años con una enfermedad autoinmune, tampoco bebe agua del grifo desde hace años debido a las advertencias sanitarias que pesan sobre unas 60 viviendas de la zona. “Necesitamos agua limpia y accesible. Si esto sigue así, tendré que marcharme”, afirma con pesar.
Un sistema privado bajo escrutinio
Aunque el sistema fue intervenido por la provincia en 1990 tras denuncias de mala gestión, sigue siendo de propiedad privada y está administrado por el Comptroller of Water Rights. El Ministerio de Recursos Hídricos aseguró que no tiene responsabilidad en el financiamiento: “Las compañías privadas de agua deben mantener su infraestructura de manera independiente”, señaló en un comunicado.
Desde 2009, la gestión operativa recae en el Distrito Regional de Okanagan-Similkameen (RDOS), que ahora estudia hacerse cargo del sistema. Sin embargo, para asumir la deuda se requiere un referéndum entre los residentes, lo que abriría la puerta a solicitar subvenciones provinciales que reduzcan el costo.
Entre el referéndum y Penticton
Otra alternativa es conectarse a la red de agua de la vecina ciudad de Penticton. Pero el alcalde Julius Bloomfield advierte que no es una decisión sencilla: “Es un problema de capacidad y de gestión de recursos finitos”, explicó.
Mientras tanto, la incertidumbre no da tregua. Una sesión informativa se celebrará el próximo 10 de septiembre, donde las autoridades regionales discutirán las opciones disponibles.
“Estamos luchando, absolutamente luchando”, insiste Turnbull, reflejando el sentir de una comunidad atrapada entre la necesidad vital de agua potable y el riesgo de perder su forma de vida.
Fuente: CBC News
Crédito fotográfico: Google Images