El asesinato del líder sij canadiense Hardeep Singh Nijjar, acusado de terrorismo por la India, ha desatado una crisis diplomática entre los dos países y ha puesto en alerta al FBI, que teme posibles represalias de los elementos khalistaníes en Estados Unidos.
Nijjar fue tiroteado por dos hombres enmascarados el 18 de junio de 2023 frente a un templo sij en Surrey, Columbia Británica, donde era el presidente. La policía canadiense no ha detenido a nadie por el crimen, pero el primer ministro Justin Trudeau ha afirmado que hay “alegaciones creíbles” de un vínculo entre agentes del gobierno indio y el asesinato de Nijjar.
La India ha negado rotundamente cualquier implicación en el caso y ha calificado las declaraciones de Trudeau de “absurdas” y “sin fundamento”. El Ministerio de Asuntos Exteriores indio ha acusado a Canadá de albergar a terroristas khalistaníes y ha expulsado a un diplomático canadiense de alto rango en represalia por la expulsión de un diplomático indio de Canadá.
El movimiento khalistaní busca la creación de un estado soberano para los sikhs en la región de Punjab, que se extiende entre la India y Pakistán. El movimiento alcanzó su punto álgido en la década de 1980, cuando una insurgencia armada se enfrentó al ejército indio, causando miles de muertes. El conflicto se calmó tras el asesinato del líder separatista Jarnail Singh Bhindranwale y el ataque al Templo Dorado de Amritsar, el santuario más sagrado de los sikhs, en 1984.
Sin embargo, el sentimiento pro-khalistaní sigue vivo entre algunos sectores de la diáspora sij, especialmente en Canadá, donde viven más de medio millón de sikhs. Nijjar era uno de los líderes más prominentes del movimiento separatista en Canadá y estaba vinculado a Sikhs for Justice (SFJ), una organización que promovió un referéndum no oficial sobre la independencia de Khalistan en 2020. La India había declarado a Nijjar como un terrorista buscado por varios casos, incluyendo un atentado con bomba en un cine y el asesinato de un político sij.
La muerte de Nijjar ha provocado una ola de indignación y protestas entre sus seguidores, que lo consideran un mártir y un defensor pacífico de los derechos humanos. Algunos grupos khalistaníes han amenazado con vengar su asesinato y han culpado al gobierno indio y a sus agentes. Estas amenazas han alertado al FBI, que ha advertido a sus oficinas locales sobre el riesgo potencial para las vidas e instalaciones estadounidenses por parte de los elementos khalistaníes radicales.
Según fuentes del FBI citadas por India Today, la agencia está vigilando las actividades y comunicaciones de los simpatizantes del movimiento khalistaní en Estados Unidos y está cooperando con las autoridades canadienses para esclarecer el caso Nijjar. El FBI también está preocupado por la posible infiltración de agentes extranjeros en las organizaciones sij estadounidenses y por la influencia de Pakistán, que según la India apoya a los separatistas khalistaníes.
Así pues, el asesinato de Nijjar ha desencadenado una serie de tensiones y conflictos entre la India, Canadá y Estados Unidos, que ponen a prueba las relaciones diplomáticas y la seguridad nacional de los tres países. Mientras tanto, la comunidad sij sigue dividida entre los que apoyan y los que rechazan la causa khalistaní.