Las esperanzas de avanzar en la lucha global contra la contaminación plástica sufrieron un duro golpe esta semana, cuando los países reunidos en las negociaciones de las Naciones Unidas no lograron alcanzar un acuerdo sobre un tratado vinculante para reducir la producción y el uso de plásticos.
La cumbre, celebrada en la sede del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), finalizó sin un consenso, destacando profundas divisiones entre las naciones desarrolladas y en desarrollo.
Un problema global sin solución inmediata
El objetivo principal de las negociaciones era establecer un marco para un tratado global que abordara la crisis del plástico, desde la producción hasta su gestión como residuo. Según datos del PNUMA, se producen más de 400 millones de toneladas de plástico al año, de las cuales un 40% son de un solo uso y terminan contaminando océanos, ríos y tierras agrícolas.
Sin embargo, los países no lograron acordar aspectos clave del tratado, como la limitación de la producción de plásticos y las medidas para financiar soluciones en países con menores recursos. Las naciones desarrolladas, encabezadas por Estados Unidos y la Unión Europea, abogaron por restricciones más estrictas y un sistema de financiamiento compartido, mientras que economías emergentes como India y Brasil destacaron la importancia de un enfoque equilibrado que no afecte sus industrias locales.
Impacto ambiental y humano
El fracaso en alcanzar un acuerdo representa una oportunidad perdida en la lucha contra la contaminación plástica, que afecta la biodiversidad y tiene impactos negativos en la salud humana. Estudios recientes han demostrado que las microplásticos están presentes no solo en el agua potable, sino también en alimentos y en la sangre humana, lo que plantea serias preocupaciones sobre los efectos a largo plazo.
António Guterres, secretario general de la ONU, calificó el resultado como un «llamado de atención urgente». «El tiempo se está agotando para salvar nuestros ecosistemas del asedio plástico. La inacción no es una opción», declaró durante el cierre de las negociaciones.
El camino a seguir
A pesar del estancamiento, los delegados acordaron reunirse nuevamente el próximo año para intentar superar los puntos de desacuerdo. Activistas ambientales y ONG han instado a los gobiernos a priorizar soluciones innovadoras y financiamiento justo para garantizar que los países en desarrollo no queden rezagados.
Mientras tanto, los expertos señalan que la responsabilidad no recae solo en los gobiernos, sino también en las empresas y consumidores, quienes deben adoptar prácticas más sostenibles. Las expectativas para el próximo encuentro son altas, pero el tiempo apremia, y el mundo espera acciones concretas para abordar una crisis que ya no puede ignorarse.