
THE LATIN VOX (17 de agosto del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
En Francia se abre un debate candente sobre un fenómeno turístico en auge en otras partes del mundo: los hoteles y resorts que excluyen a los niños. Mientras estas ofertas “solo para adultos” se han multiplicado en países como España, México o Grecia, en Francia la idea genera fuertes resistencias políticas y sociales.
La senadora socialista Laurence Rossignol, exministra de Familias, pidió esta semana prohibir por ley este tipo de establecimientos, calificándolos de “intolerantes” y “discriminatorios”. “No podemos organizar la sociedad separando a los niños de nosotros, como si fueran perros que molestan. Los niños no son mascotas problemáticas”, declaró.
Para Rossignol, aceptar espacios que vetan a los menores equivale a institucionalizar la intolerancia: “Decir que no te gustan los niños es decir que no te gusta la humanidad misma”.
El llamado llega después de que Sarah El Haïry, alta comisionada para la Infancia, lanzara un “Premio Elección Familiar” con el objetivo de visibilizar lugares de vacaciones amigables con los niños y contrarrestar lo que llamó la “moda de los no niños”. “No podemos permitir que se instale en nuestra sociedad la idea de que los niños no son bienvenidos en una terraza o en un hotel”, advirtió.
Francia, país tradicionalmente orgulloso de su modelo familiar y con una de las tasas de natalidad más altas de Europa, cuenta con relativamente pocos hoteles exclusivos para adultos —apenas entre el 3% y el 5% del sector, muy por debajo de España, líder europeo en este nicho.
Sin embargo, el tema toca fibras sensibles en un momento en que el presidente Emmanuel Macron llama a un “rearme demográfico” para fomentar la natalidad y revalorizar la presencia de la infancia en la vida pública.
Del lado empresarial, la patronal hotelera resta dramatismo. Véronique Siegel, presidenta de la sección de hoteles del sindicato UMIH, asegura que estos establecimientos son “extremadamente raros” en Francia y responden a una clientela muy específica. “Si se prohibieran aquí, los viajeros que buscan este tipo de experiencias simplemente irían a países vecinos”, advirtió.
Los investigadores matizan las motivaciones de quienes eligen vacaciones sin niños.
Según Vincent Lagarde, profesor de la Universidad de Limoges que estudia el fenómeno, la mayoría de los clientes no lo hace por rechazo a los menores, sino por necesidad de descanso. “Un tercio son padres agotados que necesitan una pausa, otros son profesores o profesionales que trabajan con niños. No se trata de no quererlos, sino de recuperar energías”, explica. También influyen la búsqueda de tiempo en pareja y la percepción de lujo asociada a espacios más tranquilos.
El antropólogo Jean-Didier Urbain lo sitúa en una tendencia más amplia: la búsqueda de bienestar y desconexión en sociedades sometidas a un ritmo de vida acelerado. “Las vacaciones son tradicionalmente un momento para liberarse de obligaciones sociales. Esta es una expresión más de ese deseo”, concluye.
Mientras tanto, la polémica aviva un dilema cultural: ¿puede Francia conciliar su identidad como país familiar con un mercado turístico global que cada vez ofrece más experiencias a la medida de los adultos? La respuesta podría marcar no solo el futuro del sector, sino también la manera en que los franceses entienden la convivencia entre generaciones en la vida cotidiana.
Crédito fotográfico: The Mirror