THE LATIN VOX (5 de diciembre del 2024).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
Francia se encuentra inmersa en una crisis política sin precedentes tras la caída del gobierno de Michel Barnier, quien presentó su dimisión el jueves, un día después de ser destituido por una histórica moción de censura.
Este suceso marca un hito, ya que no se registraba una moción de censura exitosa desde 1962, cuando el gobierno de Georges Pompidou fue derrotado bajo la presidencia de Charles de Gaulle. Con este golpe, Barnier, que había asumido el cargo de primer ministro apenas tres meses antes, se convierte en el titular de gobierno con el mandato más corto desde la instauración de la Quinta República en 1958.
El desplome de Barnier se produce en medio de un Parlamento fragmentado, resultado de las elecciones parlamentarias de este verano, donde ningún partido logró una mayoría absoluta. Esta falta de consenso parlamentario ha dejado al gobierno de Macron vulnerable, con la extrema derecha de Marine Le Pen jugando un papel clave en la destitución del primer ministro.
El presidente Emmanuel Macron, quien se encontraba en una visita oficial en Arabia Saudita cuando se votó la moción de censura, se enfrenta ahora al desafío de encontrar un sucesor que pueda manejar esta crisis política. Con más de dos años de mandato presidencial por delante, Macron tiene pocas opciones, ya que el Parlamento se mantiene fragmentado y no se pueden convocar nuevas elecciones legislativas hasta al menos julio de 2025.
La caída de Barnier fue precipitada por un choque político con la izquierda radical y un debate sobre el presupuesto de austeridad para el próximo año. En particular, la aprobación del proyecto de ley de financiamiento de la seguridad social, aprobada a través de un decreto sin votación, generó un intenso rechazo entre varios sectores políticos. La moción de censura, respaldada por el bloque de extrema derecha encabezado por Marine Le Pen, logró el apoyo de 331 diputados en la Asamblea Nacional, una mayoría clara que selló el destino del gobierno.
Le Pen, líder del partido de extrema derecha Agrupación Nacional, fue contundente al explicar su postura, alegando que la moción de censura era necesaria para proteger a los franceses de un “presupuesto tóxico”. Además, criticó a Macron, a quien responsabilizó por la situación de inestabilidad política que atraviesa el país. A pesar de la victoria política, Le Pen también se mostró cautelosa, señalando que una vez se designe a un nuevo primer ministro, su partido colaborará en la creación de un presupuesto “aceptable para todos”.
La caída de Barnier refleja las profundas divisiones que atraviesan la política francesa. Si bien la extrema derecha celebró la destitución del gobierno, la izquierda también se mostró crítica con Macron, pidiendo incluso su dimisión. Mathilde Panot, líder del bloque parlamentario de La Francia Insumisa (LFI), exigió elecciones presidenciales anticipadas, una propuesta que ha ganado terreno en un clima de creciente descontento.
Por su parte, la prensa francesa no ha tardado en reflejar el caos político. El diario Libération tituló su portada con un rotundo «su fracaso», mientras que Le Monde advirtió que Marine Le Pen había puesto en riesgo a su propio electorado, al socavar la estrategia de normalización política que había intentado impulsar en los últimos años.
Con los mercados nerviosos y los sindicatos convocando huelgas en el sector público, incluida la educación y el transporte, Francia se prepara para un otoño difícil. Los recortes previstos en el presupuesto y las amenazas de huelgas a gran escala ponen en evidencia la gravedad de la crisis, mientras que la administración de Macron enfrenta un nuevo golpe a su estabilidad.
A pesar de las presiones, Macron ha descartado la posibilidad de renunciar. Fuentes cercanas al presidente aseguran que, aunque se había caracterizado por tomarse su tiempo en nombramientos clave, no tiene otra opción que actuar rápidamente para designar a un nuevo primer ministro y evitar que la situación se descontrole aún más.
La incertidumbre política se verá acentuada este fin de semana, cuando el presidente Macron, en medio de esta crisis interna, se prepare para un evento internacional significativo: la reapertura de la catedral de Notre-Dame, en París, tras el devastador incendio de 2019. Este acto, que contará con la presencia de importantes personalidades, incluido el presidente estadounidense Donald Trump, será un momento crucial en la agenda presidencial, pero no podrá esconder las tensiones internas que amenazan la estabilidad del gobierno francés.
En este escenario, las próximas decisiones de Macron serán cruciales para determinar si el país logrará salir de la crisis política o si, por el contrario, el clima de inestabilidad seguirá marcando su mandato.
Crédito fotográfico: IP3 Press