THE LATIN VOX (24 de diciembre del 2024).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
El primer ministro francés, François Bayrou, presentó su nuevo gabinete, el cuarto en lo que va del año, con la esperanza de evitar una nueva moción de censura en un Parlamento dividido. Tras la caída de su predecesor, Michel Barnier, quien solo duró 90 días en el cargo debido a un voto de no confianza, Bayrou se enfrenta a un panorama político complicado donde la falta de una mayoría clara complica la gobernabilidad.
A pesar de sus promesas de formar un «gobierno de interés nacional» que representara el centro político, el nuevo gabinete de Bayrou muestra una clara inclinación hacia la derecha conservadora. Figuras clave como Gérald Darmanin, quien deja el Ministerio del Interior para asumir el cargo de Ministro de Justicia, y Éric Lombard, exbanquero y nuevo responsable de Economía, dan cuenta de esta tendencia.
Además, el regreso de la ex primera ministra Elisabeth Borne al gobierno, esta vez como ministra de Educación, refleja un esfuerzo por estabilizar el Ejecutivo con figuras conocidas, aunque su estilo tecnocrático ha sido criticado en algunos sectores.
Uno de los primeros desafíos del nuevo gobierno será la aprobación del presupuesto para 2025, un tema crucial dado que el déficit fiscal de Francia se espera que alcance el 6% del Producto Interno Bruto (PIB) para fin de año, muy por encima del 3% exigido por la Unión Europea.
En sus declaraciones, Bayrou prometió evitar el uso del controvertido artículo constitucional 49.3, que permite aprobar leyes sin debate, salvo que se encuentre «completamente bloqueado». Este artículo fue utilizado por Barnier para presentar el presupuesto de diciembre, pero su gobierno cayó antes de que el proyecto fuera aprobado.
Sin embargo, la composición del nuevo gabinete no ha estado exenta de controversia. La elección de Manuel Valls, ex primer ministro socialista y figura polarizadora, ha sido vista por muchos como una provocación hacia la izquierda.
El Partido Socialista (PS) ha calificado al nuevo gobierno de «mantenido por y para la extrema derecha», tras acusar a Bayrou de ceder a las presiones del partido de Marine Le Pen, el Rally Nacional (RN), aunque el primer ministro negó cualquier influencia de Le Pen en sus decisiones.
Olivier Faure, secretario general del PS, criticó duramente la elección de Bayrou, expresando que «no encuentra razón alguna para no censurar al gobierno». La situación se complica aún más con las declaraciones del líder de La Francia Insumisa (LFI), Jean-Luc Mélenchon, quien predice que el gobierno de Bayrou no durará el invierno. Por su parte, Bayrou ha intentado suavizar las tensiones, destacando su respeto por Valls y su estilo «arriesgado», aunque las críticas siguen creciendo.
A medida que la Asamblea Nacional entra en receso hasta el 13 de enero, la incertidumbre sobre la estabilidad del nuevo gobierno persiste. La primera prueba de fuego será la moción de censura presentada por LFI, que podría llevar a la caída del gabinete en cuestión de días.
Mientras tanto, Emmanuel Macron, quien pasó la semana en Mayotte y África para hacer frente a la devastación del Ciclón Chido, ha dejado a Bayrou en una situación complicada. El presidente aún no ha intervenido de forma clara, y su distancia de la política interna deja al primer ministro a la deriva en un contexto de polarización política.
El futuro del gobierno de Bayrou parece incierto, con la presión de los próximos presupuestos y el desafío de lograr un consenso en un parlamento dividido. En este escenario, Bayrou deberá demostrar su capacidad para navegar en las aguas turbulentas de la política francesa y evitar que el gobierno se derrumbe como el de su predecesor.
Sin embargo, las tensiones entre la izquierda, el centro y la derecha podrían ser demasiado grandes para superarlas, y el tiempo dirá si su gobierno logrará sobrevivir más allá del invierno.
Crédito fotográfico: CTV News