En un encendido debate en la Cámara de los Comunes, la Viceprimera Ministra y Ministra de Finanzas de Canadá, Chrystia Freeland, ha dejado claro que no tiene intención de abandonar su cargo, a pesar de las críticas de los conservadores que la han calificado como una “ministra de finanzas fantasma”. Este enfrentamiento se produjo después de que el exgobernador del Banco de Canadá, Mark Carney, fuera nombrado asesor económico del Partido Liberal, lo que llevó a especulaciones sobre el futuro de Freeland en el gobierno.
Durante la primera sesión del Parlamento en otoño, la diputada conservadora Melissa Lantsman acusó a Freeland de haber perdido sus responsabilidades y credibilidad, sugiriendo que Carney había sido traído para actuar como el verdadero ministro de finanzas. “¿Cuánto tiempo más soportará esta humillación la ministra de finanzas fantasma?”, preguntó Lantsman.
Freeland respondió con firmeza, asegurando que su posición en el gobierno de Justin Trudeau no está en riesgo. “No voy a ninguna parte”, declaró, criticando a los conservadores por centrarse en ataques personales en lugar de discutir sobre la economía. “No quieren hablar de la inflación porque ha estado dentro del rango objetivo durante siete meses consecutivos. No quieren hablar de las tasas de interés, que han bajado tres veces seguidas. Todo lo que pueden hacer es insultar a la gente”, añadió.
Este intercambio se produce en un contexto de tensiones dentro del Partido Liberal, con informes de fricciones entre Freeland y la Oficina del Primer Ministro. Sin embargo, Freeland ha mantenido que cuenta con el apoyo de Trudeau y ha descrito a Carney como una “verdadera adición al equipo”. En una conferencia de prensa reciente, Freeland negó haber tenido conversaciones con Trudeau sobre ser reemplazada o cambiar de cartera.
La controversia ha generado un debate sobre el liderazgo y la estabilidad dentro del gobierno liberal, especialmente en un momento en que el país enfrenta desafíos económicos significativos. Los conservadores han aprovechado la oportunidad para cuestionar la eficacia de Freeland como ministra de finanzas, mientras que los liberales defienden su gestión y destacan los logros económicos recientes.
Chrystia Freeland ha reafirmado su compromiso con su papel en el gobierno, desestimando las críticas de los conservadores y subrayando su determinación de seguir adelante. A medida que se acercan las próximas elecciones, será crucial observar cómo esta dinámica influye en la política canadiense y en la percepción pública de los líderes del país.