¿Golf o vivienda? El dilema de Vancouver sobre sus campos de golf municipales

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Los campos de golf municipales de Vancouver son una fuente de ocio y naturaleza para muchos ciudadanos, pero también ocupan un espacio valioso que podría destinarse a la construcción de viviendas en una ciudad con una grave crisis de asequibilidad. Esta es la cuestión que enfrenta el ayuntamiento de Vancouver, que ha encargado un estudio para evaluar el uso y el valor de sus tres campos de golf públicos: Langara, McCleery y Fraserview.

El estudio, que se espera que esté listo a principios de 2024, analizará la demanda actual y futura de golf, así como las posibles opciones para reutilizar o reconfigurar los campos de golf para otros fines, como la vivienda, el medio ambiente, el deporte o la recreación. El estudio también examinará el impacto financiero, social y ambiental de cada opción.

Los defensores del golf argumentan que los campos de golf municipales son un activo público que beneficia a la salud física y mental de los residentes, especialmente durante la pandemia de COVID-19. Según el personal del ayuntamiento, los campos de golf municipales registraron más de 180.000 rondas en 2020, un aumento del 18% con respecto al año anterior. Además, los campos de golf proporcionan hábitats para la vida silvestre y contribuyen a la reducción de las emisiones de carbono.

Por otro lado, los críticos del golf sostienen que los campos de golf municipales son un uso ineficiente y elitista del suelo, que privilegia a un pequeño grupo de aficionados al golf sobre las necesidades de vivienda de miles de personas. Según un informe del Instituto Canadiense de Políticas Urbanas, los tres campos de golf municipales ocupan 127 hectáreas de tierra, lo que equivale al 2% del espacio verde público de Vancouver. El informe estima que si se reconvirtieran en viviendas, podrían albergar a más de 60.000 personas.

La decisión sobre el futuro de los campos de golf municipales no será fácil ni rápida. El ayuntamiento tendrá que sopesar los intereses y las opiniones de los diversos grupos de interés, incluidos los golfistas, los vecinos, los ecologistas y los defensores de la vivienda. También tendrá que tener en cuenta las implicaciones legales, financieras y logísticas de cualquier cambio. Lo que está claro es que el debate sobre el golf o la vivienda refleja el desafío que supone equilibrar el crecimiento urbano con la preservación del espacio verde en una ciudad densa y diversa como Vancouver.


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