
THE LATIN VOX (15 de marzo del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
En la ciudad de Hamilton, Ontario, el rugir constante de las máquinas en la planta de acero ArcelorMittal Dofasco se ha convertido en la banda sonora de una crisis comercial que amenaza con cambiar el futuro de la industria canadiense.
Conocida como la «ciudad del acero», Hamilton se encuentra ahora en el centro de una batalla comercial entre Canadá y Estados Unidos, que comenzó con los aranceles del 25% impuestos por Donald Trump sobre el acero y el aluminio importados. En un entorno de incertidumbre y miedo, la tensión es palpable en cada rincón de la ciudad.
La guerra comercial llega a Hamilton
Hamilton, que alguna vez fue un próspero centro industrial con más de 30,000 empleos en la industria del acero en la década de 1980, ha visto su sector metalúrgico decaer considerablemente. Hoy, con menos de 10,000 puestos de trabajo, el acero sigue siendo el alma de la ciudad.
Los recientes aranceles, que entraron en vigor esta semana, no solo amenazan con empeorar esta situación, sino que podrían llevar a la pérdida de miles de empleos y reconfigurar el panorama económico local.
La planta Dofasco, un símbolo de la industria, se ha convertido en un destino de peregrinaje para los líderes políticos canadienses, que visitan la instalación enfundados en monos naranjas y cascos, observando el proceso de producción con el interés de generales revisando un desfile militar.
El primer ministro designado de Canadá, Mark Carney, no fue la excepción, y al igual que otros políticos, se mostró preocupado por los efectos de los aranceles y la «injusticia» de las medidas adoptadas por Trump.
Una comunidad en la cuerda floja
Andrea Horwath, la alcaldesa de Hamilton, describe la situación como una «gran incertidumbre». Si bien algunos trabajadores y empresarios sienten que los efectos de los aranceles podrían no ser inmediatos, muchos temen que si la disputa persiste, las consecuencias serán devastadoras.
«Nadie quiere estar aquí. Nadie quiere una guerra comercial. Pero aquí estamos, y puedo decir una cosa: no nos vamos a rendir», expresó Horwath, resaltando la determinación de la comunidad ante esta nueva amenaza.
Las consecuencias económicas son graves. Vikas Jha, un contratista de la industria del acero, comenta que las empresas como Dofasco ya no están tan seguras de que puedan sobrevivir a este nuevo ciclo de aranceles.
En el pasado, cuando Trump impuso aranceles similares, el precio del acero aumentó, lo que permitió que las compañías siguieran operando. Sin embargo, ahora la situación es diferente. Los compradores de acero estadounidenses ya no están tan dispuestos a hacer pedidos, lo que pone en peligro la estabilidad de la industria.
La unidad canadiense ante la adversidad
A pesar de la incertidumbre, Hamilton ha sido un ejemplo de unidad en tiempos de crisis. En todo Canadá, ha surgido un movimiento para apoyar a la industria nacional: boicots a los viajes de ocio a Estados Unidos, la cancelación de suscripciones a medios de entretenimiento estadounidenses y un lema de resistencia, «Elbows Up» (Codos Arriba), que hace referencia a la agresividad del hockey sobre hielo.
Este espíritu de lucha ha sido impulsado por una sensación de que, si Canadá no se mantiene firme, las consecuencias podrían ser catastróficas.
Horwath, quien recientemente se reunió con líderes empresariales en la ciudad, subraya que hasta 42,000 empleos podrían verse en riesgo en la región, lo que haría aún más doloroso un proceso de reestructuración económico que ya lleva décadas.
Sin embargo, la alcaldesa también expresó un optimismo cauteloso, destacando que muchas empresas han prometido mantenerse firmes en Hamilton, reafirmando su compromiso con la ciudad y el país.
Un futuro incierto
Aunque algunos líderes canadienses se han reunido con Trump y su secretario de Comercio, Howard Lutnick, en un intento por reducir las tensiones, el futuro sigue siendo incierto. Las negociaciones comerciales y políticas continúan, pero la incertidumbre económica en Hamilton y otras ciudades industriales canadienses persiste.
La ciudad no solo enfrenta la presión de los aranceles, sino también de nuevas medidas restrictivas, como la obligación de los canadienses de registrar su presencia en Estados Unidos si permanecen allí por más de 30 días, lo que afectará a los cerca de 900,000 «snowbirds» canadienses que viajan anualmente a estados del sur para pasar el invierno.
Las consecuencias de una guerra comercial prolongada serían devastadoras para Hamilton, que ya ha experimentado una significativa disminución de su industria del acero. El impacto no solo se mediría en la pérdida de empleos directos, sino también en los efectos colaterales que tendría en la economía local, afectando desde el comercio minorista hasta los servicios públicos.
Hamilton, el epicentro de la lucha comercial
Para Horwath, la situación en Hamilton es un recordatorio de las consecuencias tangibles que puede tener una política comercial errática. «Estamos en el epicentro. Somos un ejemplo de lo que puede pasar si no luchamos con todo lo que tenemos», afirmó la alcaldesa.
En este sentido, Hamilton no solo enfrenta una crisis económica, sino también una batalla por su futuro.
Con cada día que pasa, la incertidumbre aumenta, y la ciudad, con «acero en sus venas», se prepara para lo que vendrá. Lo que está en juego es mucho más que tarifas: se trata del alma de una comunidad industrial que ha luchado durante generaciones por mantenerse viva.
Crédito fotográfico: Canadian Press/Rex/Shutterstock