
THE LATIN VOX (1 de octubre del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
Un tribunal federal en Estados Unidos emitió esta semana una de las sentencias más contundentes contra la política migratoria de Donald Trump, al declarar inconstitucional el intento de deportar a estudiantes y académicos extranjeros por sus posturas pro-palestinas.
La decisión, de 161 páginas, fue redactada por el juez William G. Young, designado en su día por Ronald Reagan, quien calificó el caso como “quizá el más importante que haya enfrentado este tribunal”.
La demanda fue presentada por la Asociación Estadounidense de Profesores Universitarios (AAUP), junto con capítulos de Harvard, Rutgers y la Universidad de Nueva York, además de la Middle East Studies Association (Mesa), tras el arresto de varios estudiantes y académicos que habían defendido públicamente los derechos palestinos.
En su fallo, Young dejó claro que la primera enmienda protege por igual a ciudadanos y no ciudadanos presentes legalmente en el país. “La pregunta constitucional es sencilla: ¿gozan los no ciudadanos de los mismos derechos de libertad de expresión que el resto de nosotros? La respuesta es un inequívoco ‘sí’”, escribió.
El juez recordó que la Constitución establece que “el Congreso no hará ley” que restrinja la libertad de expresión. “Nadie tiene derechos ilimitados de palabra, pero las limitaciones son idénticas para ciudadanos y no ciudadanos”, puntualizó.
Un plan para “enfriar” el debate
Los demandantes acusaban al gobierno de Trump de implementar una política de “deportación ideológica”, diseñada para intimidar y silenciar voces críticas.
Durante el juicio, funcionarios del Departamento de Estado admitieron haber recibido órdenes de recopilar informes contra académicos señalados, en ocasiones basándose en expedientes elaborados por Canary Mission, un grupo secreto de corte derechista que se dedica a exponer y hostigar a defensores de la causa palestina.
Casos como los de Mahmoud Khalil, Mohsen Mahdawi, Rümeysa Öztürk y Badar Khan Suri —todos detenidos por sus posturas públicas y posteriormente liberados— se convirtieron en símbolos del efecto de autocensura que, según testigos, se expandió por los campus universitarios.
Reacciones encontradas
Todd Wolfson, presidente de la AAUP, calificó los intentos de deportación como “una traición a los valores estadounidenses”. En un comunicado agregó: “Este juicio reveló el verdadero objetivo: intimidar y silenciar a cualquiera que se atreva a oponerse. Si no luchamos ahora, la policía del pensamiento de Trump no se detendrá en las voces pro-palestinas; irán contra cualquiera que hable”.
Desde el otro lado, un portavoz del Departamento de Estado defendió que Estados Unidos “no tiene obligación de permitir que extranjeros ingresen al país para cometer actos antisemitas, pro-terroristas o de odio antiestadounidense” y confirmó que continuarán revocando visados de quienes consideren un riesgo para la seguridad.
Jameel Jaffer, director del Knight First Amendment Institute y abogado de los demandantes, celebró la sentencia como “histórica”: “Si la primera enmienda significa algo, es que el gobierno no puede encarcelar a personas solo porque no comparten sus opiniones políticas”.
Más allá de los tribunales
El juez Young incluyó una reflexión personal en su decisión. A un remitente anónimo que le escribió: “Trump tiene indultos y tanques… ¿qué tienes tú?”, respondió: “Yo, solo, nada más que mi sentido del deber. Pero juntos, nosotros, el pueblo de los Estados Unidos, tenemos nuestra magnífica Constitución”.
Young también advirtió sobre la erosión de los principios democráticos: “Temo que el presidente Trump crea que los estadounidenses están tan divididos que ya no defenderán nuestros valores constitucionales más preciados, mientras piensen que sus intereses personales no están en juego. ¿Acaso tiene razón”.
El fallo, que probablemente será apelado hasta llegar a la Corte Suprema, no solo marca un hito en la defensa de la libertad de expresión, sino que también abre un debate profundo: ¿hasta dónde puede un gobierno usar la política migratoria como arma ideológica sin traicionar el espíritu de la Constitución estadounidense?
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