India ha sido acusada de estar detrás de dos supuestos planes de asesinato contra activistas de la causa sij en Estados Unidos y Canadá. Estos hechos revelan una política exterior más asertiva y menos tolerante con las críticas de la diáspora india.
Según un informe del Departamento de Justicia de EE.UU., cuatro personas fueron arrestadas por conspirar para asesinar a un activista sij llamado Balwinder Singh, residente en Michigan. Los sospechosos habrían recibido dinero y órdenes de un oficial de inteligencia indio. El objetivo era silenciar a Singh, que había participado en protestas contra el gobierno indio por la represión de los agricultores sijes.
En otro caso, un periodista canadiense de origen indio, Gurpreet Singh, denunció que había recibido amenazas de muerte por parte de agentes indios. Singh es conocido por sus críticas al primer ministro indio, Narendra Modi, y a su partido, el BJP, por su ideología nacionalista hindú. Singh también ha apoyado el movimiento de los agricultores sijes y ha denunciado las violaciones de los derechos humanos en India.
Estos supuestos planes de asesinato no son casos aislados, sino que forman parte de una estrategia más amplia del gobierno indio para controlar y cooptar a la diáspora india, que se estima en unos 32 millones de personas. India considera a la diáspora como un recurso estratégico para promover sus intereses económicos, culturales y políticos en el mundo. Sin embargo, también teme que algunos sectores de la diáspora puedan socavar su imagen o apoyar movimientos separatistas dentro de India.
Por eso, India ha adoptado una política exterior más firme y menos tolerante con las críticas de la diáspora, especialmente desde la llegada al poder de Modi en 2014. Bajo su mandato, India ha aumentado su presencia diplomática, su cooperación militar y su influencia cultural en varios países, especialmente en Estados Unidos, donde reside la mayor parte de la diáspora india. Al mismo tiempo, India ha intensificado sus acciones de vigilancia, intimidación y represalia contra aquellos miembros de la diáspora que se oponen a su agenda.
Estas acciones pueden tener consecuencias negativas para India, tanto en el plano interno como en el externo. Por un lado, pueden generar más resentimiento y resistencia entre la diáspora, que puede sentirse alienada y amenazada por el gobierno indio. Por otro lado, pueden dañar las relaciones de India con otros países, que pueden ver con preocupación las violaciones de la soberanía y los derechos humanos por parte de India.