Intercambio inédito de migrantes encarcelados entre EE.UU y Venezuela

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THE LATIN VOX (19 de julio del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz

En un movimiento diplomático sin precedentes, el gobierno de Venezuela liberó ayer a 10 ciudadanos estadounidenses que estaban detenidos en su territorio, como parte de un complejo acuerdo que incluye la repatriación de alrededor de 300 migrantes venezolanos que permanecían encarcelados en una notoria prisión de alta seguridad en El Salvador.

El canje, impulsado por la administración del expresidente Donald Trump y respaldado por el actual secretario de Estado, Marco Rubio, representa una victoria política simultánea para tres gobiernos con intereses dispares: el régimen de Nicolás Maduro, que busca legitimidad internacional; el salvadoreño Nayib Bukele, que fortalece su imagen de poder regional; y el propio Trump, que afianza su narrativa de “traer a casa a los estadounidenses”.

Una liberación bajo tensiones

Los 10 ciudadanos liberados estaban detenidos desde mediados de 2024 y habían sido vinculados por Caracas a presuntos planes de desestabilización política.

Su liberación se produce en un contexto de represión extendida en Venezuela, que ha dejado más de 2.000 detenidos desde las controvertidas elecciones de julio pasado, en las que Maduro se proclamó vencedor, pese a que observadores internacionales y la coalición opositora señalan al candidato Edmundo González como el verdadero ganador por amplio margen.

Desde entonces, González ha huido al exilio en España, mientras el régimen ha intensificado los arrestos de opositores, líderes sindicales y activistas.

Pese a que Estados Unidos no reconoce la reelección de Maduro, los contactos diplomáticos no se han detenido. En mayo, otro estadounidense —el veterano de guerra Scott St Clair— fue liberado por Venezuela tras seis meses de detención. En ese caso, como en este nuevo intercambio, el exembajador Richard Grenell actuó como negociador clave en representación de Trump.

La prisión más temida de El Salvador

El otro extremo del acuerdo incluye a unos 300 venezolanos detenidos en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), una gigantesca prisión salvadoreña construida por el presidente Bukele para albergar a miembros de pandillas. En este caso, muchos de los detenidos habían sido deportados desde EE. UU. a El Salvador bajo acusaciones no comprobadas de vínculos con el grupo criminal venezolano Tren de Aragua.

El uso de la prisión, en la que se han documentado muertes, torturas y violaciones de derechos humanos, generó una ola de críticas a nivel internacional. Grupos de derechos humanos señalaron que los migrantes estaban virtualmente incomunicados, sin acceso adecuado a defensa legal, y con su situación envuelta en secretismo, salvo por videos propagandísticos que mostraban a prisioneros tatuados hacinados en celdas.

Paradójicamente, el régimen de Maduro —frecuentemente denunciado por su propio historial represivo— aprovechó la situación para presentarse como defensor de los derechos de sus ciudadanos. “El encarcelamiento arbitrario de nuestros migrantes sirvió para mostrar la doble moral de Occidente”, comentó un portavoz del gobierno venezolano.

Polémica y política

El senador Marco Rubio celebró el intercambio con un mensaje en redes sociales: “Diez estadounidenses que estaban detenidos en Venezuela están en camino a la libertad. Gracias al presidente Trump y al presidente Bukele por asegurar este acuerdo”.

Sin embargo, el trasfondo del acuerdo sigue generando controversia. La administración Trump habría pagado 6 millones de dólares al gobierno salvadoreño por mantener a los venezolanos en custodia, bajo una legislación de tiempos de guerra del siglo XVIII que permite la deportación acelerada de personas sospechosas de representar un riesgo.

Críticos del acuerdo acusan a los tres gobiernos de usar a los detenidos como fichas de negociación, mientras organizaciones como Human Rights Watch advierten sobre la instrumentalización de la migración y el uso de cárceles para obtener réditos políticos.

Maduro refuerza su narrativa

Para Nicolás Maduro, el retorno de los migrantes es una oportunidad política invaluable. No solo le permite reafirmar liderazgo ante su menguante base electoral, sino que también le da una victoria simbólica frente a un enemigo común: Estados Unidos.

“Que Trump y Bukele reconozcan tácitamente a Maduro como interlocutor válido, aunque sea por necesidad, refuerza su narrativa interna de que sigue siendo el presidente legítimo de Venezuela”, señaló el analista político venezolano Luis Vicente León.

Una diplomacia a tres bandas

En un mundo donde las alianzas cambian rápidamente y las fronteras entre la diplomacia y el espectáculo político son cada vez más borrosas, este inusual intercambio trilateral es un recordatorio de que, en política internacional, hasta los enemigos pueden encontrar motivos para cooperar —cuando hay suficiente interés, presión… o necesidad.

Crédito fotográfico : CNN


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