
THE LATIN VOX (1 de septiembre de 2025). Por Daniela Medina.
El incidente se produjo el domingo, cuando el avión presidencial intentaba iniciar la maniobra de aproximación a Plovdiv. En cuestión de minutos, la tripulación se encontró sin datos de localización GPS, sin referencias electrónicas confiables y con la obligación de improvisar un procedimiento de navegación alternativo.
Según confirmaron fuentes comunitarias, el aparato dio varias vueltas alrededor de la ciudad, intentando recuperar la señal. Ante la persistencia de la interferencia, los pilotos decidieron realizar un aterrizaje de precisión a la manera tradicional: con brújula, referencias visuales y mapas impresos que habían sido cargados como respaldo, práctica poco común en la aviación moderna pero ahora reivindicada como una medida de seguridad indispensable.
El aterrizaje se ejecutó con éxito, pero el mensaje fue inequívoco: en una Europa hiperconectada, la guerra también se libra en el espacio electromagnético.
El fantasma del “jamming” y el “spoofing”
Los especialistas en seguridad aérea coinciden en que lo ocurrido no fue un error técnico casual. Todo apunta a técnicas conocidas como “jamming” (bloqueo de señales satelitales mediante interferencia) y “spoofing” (suplantación de señales para desviar o confundir la navegación).
En los últimos tres años, agencias europeas han detectado un aumento exponencial de estas prácticas en áreas próximas a Rusia y Bielorrusia.
Aviones civiles sobre el Báltico han reportado pérdidas totales de GPS, barcos en el mar Negro han visto alteradas sus posiciones y, en casos extremos, aeronaves comerciales han debido desviarse para evitar riesgos.
Lo nuevo es que ahora el blanco fue la presidenta de la Comisión Europea, una de las voces más firmes contra el Kremlin desde el inicio de la invasión a Ucrania en 2022.
Una gira estratégica en el epicentro de la tensión
El incidente no ocurrió en cualquier momento. Von der Leyen viajaba hacia Bulgaria en una gira por estados fronterizos con Rusia y Bielorrusia, donde pretendía evaluar la seguridad regional, coordinar medidas de defensa y visitar una importante planta de municiones destinada a apoyar a Ucrania.
Horas después de su aterrizaje forzado, la presidenta no dudó en lanzar un mensaje directo: “Putin es un depredador. Y la única manera de contenerlo es mediante una política de firme disuasión”, declaró en Sofía, consciente de que el incidente había multiplicado el impacto simbólico de su discurso.
La respuesta europea y el silencio ruso
La Comisión Europea confirmó que la interrupción del GPS fue un hecho real y no una falla interna. La calificó como un episodio “de guerra híbrida”, expresión que se ha vuelto habitual para describir las tácticas de Moscú que combinan ciberataques, manipulación informativa, presión energética y ahora también sabotajes en el espectro electromagnético.
Desde el Kremlin, como es habitual, se negó cualquier implicación. Sin embargo, los analistas de defensa recuerdan que Rusia ha invertido en los últimos años ingentes recursos en sistemas de guerra electrónica (EW, por sus siglas en inglés), capaces no solo de cegar aviones militares, sino también de alterar la vida cotidiana en países enemigos.
El riesgo para la aviación civil
Lo que más alarma a las autoridades no es solo el peligro para líderes políticos, sino también para la aviación comercial. Un pasajero de un vuelo de línea no tiene la posibilidad de saber si su piloto se ve forzado a volar “a ciegas”.
De hecho, varios reportes indican que, durante episodios de interferencia masiva en el mar Báltico, aviones de pasajeros tuvieron que modificar trayectorias enteras para evitar entrar en zonas de bloqueo satelital. Lo ocurrido en Bulgaria con el avión de von der Leyen podría considerarse un ensayo general de un escenario mucho más peligroso.
Una nueva frontera de la guerra
La historia demuestra que cada conflicto trae consigo la aparición de nuevas armas invisibles. En la Primera Guerra Mundial fue el gas, en la Guerra Fría el espionaje nuclear, y hoy, en la confrontación ruso-occidental, la guerra electrónica ocupa un papel central.
Las consecuencias son profundas:
- La OTAN ha iniciado estudios para fortalecer la navegación alternativa, recuperando sistemas terrestres (como LORAN) que habían sido abandonados en los 90.
- La aviación civil europea discute protocolos obligatorios para que todas las tripulaciones lleven mapas impresos y se entrenen en procedimientos de vuelo sin GPS.
- La industria tecnológica busca acelerar la creación de sistemas de navegación complementarios, como el europeo Galileo, menos vulnerables a interferencias que el GPS estadounidense.
Más allá de la anécdota: El simbolismo político
Lo ocurrido en Plovdiv es mucho más que un susto aéreo. Es un mensaje. Moscú parece querer demostrar que puede tocar incluso a la máxima autoridad ejecutiva de la Unión Europea. Y lo hace justo cuando Bruselas discute un nuevo paquete de ayuda militar para Ucrania y el endurecimiento de sanciones contra Rusia.
En este sentido, el aterrizaje con mapas de papel no solo fue un episodio de aviación: fue un recordatorio brutal de que la seguridad europea es frágil y que la confrontación con Rusia se libra ya en todos los frentes posibles.
Un aviso al continente
El incidente del avión de Ursula von der Leyen es una advertencia clara: la guerra moderna no se limita a los campos de batalla. Ahora se libra en el espacio digital, en las ondas de radio, en los satélites que guían nuestros aviones y en las redes que sostienen la vida diaria.
Europa enfrenta la necesidad de blindar no solo sus fronteras físicas, sino también su espacio electromagnético. Porque mientras las tripulaciones puedan recurrir a mapas en papel, los ciudadanos comunes no tienen alternativa si los sistemas que dan soporte a su seguridad y economía quedan súbitamente inutilizados.
Von der Leyen logró aterrizar. Pero la pregunta que queda es: ¿cuántos más podrán hacerlo cuando la guerra invisible en los cielos de Europa alcance a los vuelos civiles?
Fuente: CNN
Foto: La Sexta