
THE LATIN VOX (16 de julio del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
Israel intensificó su actividad militar en la región este martes, lanzando bombardeos contra objetivos en Siria y Líbano, en un momento marcado por nuevos enfrentamientos sectarios, tensiones transfronterizas y una creciente desconfianza hacia los nuevos gobiernos de Damasco y Beirut.
Los ataques aéreos han dejado al menos 12 muertos en el valle libanés de la Bekaa y múltiples bajas en el sur de Siria, incluyendo civiles y efectivos del gobierno.
Ataques en Siria: advertencia o intervención encubierta
En Siria, los bombardeos israelíes se dirigieron a fuerzas del gobierno transicional que habían sido enviadas a la provincia sureña de Sweida, predominantemente drusa, para intentar contener violentos enfrentamientos entre comunidades locales.
Según el ejército israelí, los ataques —que incluyeron la destrucción de varios tanques— fueron una «advertencia» ante lo que considera una militarización peligrosa cerca de su frontera norte.
El gobierno sirio denunció la ofensiva como una “agresión traicionera” y confirmó que, además de soldados y policías, murieron varios civiles.
Desde el estallido de los enfrentamientos la semana pasada, el Ministerio del Interior sirio reportó más de 30 muertos y casi 100 heridos, aunque el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, con sede en Reino Unido, afirma que la cifra supera los 200 fallecidos, incluidos 92 miembros de la comunidad drusa.
A pesar de que Damasco insiste en que los enfrentamientos son provocados por “bandidos” y no por conflictos sectarios, líderes espirituales drusos han solicitado protección internacional, al tiempo que rechazan la presencia de fuerzas de seguridad del gobierno en su región.
La fractura entre la comunidad drusa y el nuevo régimen en Siria se agrava en un país que aún no se recompone tras más de una década de guerra civil.
Líbano: el conflicto se expande a la Bekaa
En paralelo, aviones israelíes bombardearon zonas del valle de la Bekaa, en el este del Líbano, una región donde el movimiento chiita Hezbollah mantiene una fuerte presencia.
Según medios estatales libaneses, al menos 12 personas murieron en los ataques, entre ellos desplazados que se encontraban en un campamento atacado. Una fuente de seguridad libanesa indicó que cinco de los fallecidos eran combatientes de Hezbollah.
El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, aseguró que los ataques enviaron un “mensaje claro” a Hezbollah. Israel considera al grupo como una de sus amenazas más serias en la región, tras décadas de enfrentamientos y múltiples incursiones militares en territorio libanés.
El polvorín regional: múltiples frentes activos
Los bombardeos en Siria y Líbano no parecen haber sido coordinados, pero siguen una tendencia cada vez más agresiva de Israel de atacar a actores armados en varios frentes, incluyendo Palestina, Irán y Yemen. El gobierno israelí justifica estas acciones como parte de su estrategia de defensa preventiva, especialmente ante lo que califica como amenazas a su frontera norte.
La situación en Siria se ha vuelto aún más inestable desde la huida del expresidente Bashar al-Assad en diciembre pasado, tras el avance de fuerzas insurgentes lideradas por grupos suníes islamistas. La nueva administración en Damasco, con liderazgo suní, genera desconfianza entre las minorías religiosas del país —incluyendo a drusos, alauitas, cristianos y kurdos— quienes temen una nueva ola de persecución sectaria.
En mayo, Israel ya había lanzado un ataque cerca del palacio presidencial en Damasco, interpretado por analistas como una advertencia directa al nuevo presidente interino, Ahmad al-Sharaa. Aunque este ha reiterado no tener intención de confrontar a Israel, los bombardeos actuales sugieren que Tel Aviv no está dispuesto a otorgar treguas diplomáticas en medio de una región volátil.
La comunidad internacional observa en silencio
Desde Naciones Unidas, la enviada adjunta para Siria, Najat Rochdi, expresó su preocupación por la violencia en Sweida, subrayando la necesidad de avanzar hacia un proceso político inclusivo y realista.
Mientras tanto, la comunidad internacional ha reaccionado con cautela, en parte por el carácter fragmentado del nuevo gobierno sirio y la complejidad geopolítica del Líbano, donde Hezbollah forma parte del entramado estatal.
Aunque Israel argumenta que busca proteger a la minoría drusa en Siria, líderes de esa comunidad han rechazado públicamente cualquier intervención israelí en su nombre. El conflicto actual, que estalló por un incidente entre beduinos y comerciantes drusos, ha escalado rápidamente hacia una lucha sangrienta que refleja no solo divisiones sectarias, sino también la fragilidad del nuevo orden político en Siria.
La amenaza de una expansión regional del conflicto es cada vez más tangible, con múltiples actores armados operando en una zona donde las líneas entre política, religión y seguridad se han vuelto difusas.
Mientras tanto, la población civil —como siempre— paga el precio más alto.
Crédito fotográfico: Al Jazeera