“Japón Primero”: El avance de los populistas de derecha despierta temores de xenofobia

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THE LATIN VOX (25 de julio del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.

En un resultado que ha encendido alarmas tanto dentro como fuera de Japón, el partido populista de derecha Sanseito logró un avance significativo en las elecciones a la cámara alta del parlamento, impulsado por un lema directo y provocador: “Japanese First” (Japón Primero).

Inspirado en el nacionalismo estilo Trump, el partido ha capitalizado las crecientes inquietudes sobre el papel de los inmigrantes en una sociedad en transformación y ha obtenido 14 escaños, frente a un solo puesto en la elección anterior.

Aunque aún constituye una minoría en la Cámara de Consejeros, de 248 miembros, el ascenso de Sanseito ha sido interpretado como un reflejo profundo de una crisis de confianza nacional, alimentada por la inseguridad económica, la percepción de declive y una población extranjera en rápido aumento.

De la apertura al miedo

El politólogo Masafumi Usui, de la Universidad Niigata Seiryo, lo resume sin rodeos: “Los japoneses están empezando a perder la confianza en sí mismos.” Según Usui, en tiempos de estabilidad y prestigio, una sociedad suele mostrarse más abierta. Pero cuando la población percibe una amenaza a su modo de vida, el péndulo puede girar hacia el proteccionismo y la xenofobia.

Durante el auge económico de los años 80, Japón era un referente global. Pero en las décadas recientes, su crecimiento estancado, el auge de China y Corea del Sur, y la devaluación progresiva del yen han deteriorado el orgullo nacional.

Hoy, el país vive una paradoja demográfica y cultural: necesita inmigrantes para sostener su economía, pero cada vez más japoneses se muestran reticentes a su presencia.

Récords que incomodan

En 2024, Japón alcanzó un récord de 3,8 millones de residentes extranjeros y más de 20 millones de turistas solo en el primer trimestre.

Las calles de Kioto y Tokio vuelven a estar repletas de visitantes, mientras que inversionistas internacionales, especialmente chinos, compran propiedades en las zonas más exclusivas.

Muchos ven estas señales no como un signo de globalización positiva, sino como evidencia de una pérdida de control sobre su propio país.

“La realidad es que Japón se ha convertido en un país barato,” dice Usui. “Hay almuerzos de erizo de mar por 10.000 yenes dirigidos a turistas ricos, y eso hace que muchos japoneses se sientan devaluados.”

¿Un miedo real o imaginado?

A pesar de que las estadísticas policiales indican que los inmigrantes cometen proporcionalmente menos delitos que los ciudadanos japoneses, los casos aislados —ampliamente difundidos en redes sociales— han servido para alimentar estereotipos negativos, especialmente hacia comunidades vietnamitas y chinas.

Akio Ono, instalador de aire acondicionado, reconoce que se lleva bien con sus compañeros vietnamitas, pero admite cierta inquietud: “Cuando los veo caminando en grupo, me pongo nervioso. Es algo que mucha gente siente, aunque no lo diga.”

Por su parte, Toyonori Sugita, dueño de una fábrica metalúrgica, se muestra escéptico ante las promesas de Sanseito: “¿Qué van a hacer? ¿Devolver las tierras que compraron los chinos? Es una fantasía.” Aun así, votó por un partido conservador, motivado principalmente por la preocupación por la economía y los impuestos.

Automatización, nacionalismo y el dilema japonés

Sanseito propone la automatización y la inteligencia artificial como solución a la escasez laboral, evitando así la necesidad de atraer más inmigrantes. Sin embargo, incluso sus simpatizantes reconocen que, al menos en el corto plazo, Japón necesita mano de obra extranjera.

La tensión entre la realidad económica y el discurso identitario está en el centro del debate. La retórica de «Japón Primero» toca una fibra sensible entre quienes se sienten amenazados por la transformación social y económica, aunque no siempre sepan cómo definir esa amenaza.

Un espejo de Occidente

El fenómeno no es exclusivo de Japón. Desde Estados Unidos hasta Europa, los movimientos nacionalistas y antiinmigración han encontrado terreno fértil en contextos de incertidumbre. Pero que ocurra en Japón, un país que durante décadas cultivó una imagen de armonía y discreción política, representa una inflexión histórica.

Los expertos advierten que si el país no aborda las causas profundas —la desigualdad, el estancamiento económico, el envejecimiento poblacional y la inseguridad laboral— la narrativa de “proteger lo japonés” seguirá ganando fuerza.

Como señala Usui: “Aferrarse a la idea de que nuestra cultura es la mejor es una forma de proteger el autoestima nacional. Pero si no sabemos adaptarnos al cambio, el precio será el aislamiento.”

Crédito fotográfico: CNN



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