Jimmy Carter: El expresidente que trascendió en la historia de la política estadounidense

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THE LATIN VOX (2 de enero del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.

La muerte de Jimmy Carter a los 100 años marca el fin de una era para uno de los presidentes más complejos y, paradójicamente, más malinterpretados de la historia de Estados Unidos. A menudo se le ha calificado, especialmente por sus críticos republicanos, como el «mejor expresidente», una etiqueta que implícitamente sugiere que su tiempo en la Casa Blanca fue un fracaso.

Sin embargo, esa visión se desvanece al examinar su legado: Carter no solo fue un presidente de un solo mandato altamente exitoso, sino que logró más en esos cuatro años que muchos presidentes en dos mandatos.

Desde que asumió la presidencia en 1977, Carter demostró un compromiso inquebrantable con la restauración de la moralidad y la integridad en la política estadounidense. Su promesa de campaña —“Nunca les mentiré”— no era solo un eslogan, sino una filosofía que guió su mandato.

Su primera medida importante fue otorgar una amnistía general a aquellos que se habían opuesto a la guerra de Vietnam, una valiente decisión que contribuyó a sanar las heridas de un país profundamente dividido tras los tumultuosos años de Johnson y Nixon.

Uno de los logros más destacados de su presidencia fue su reforma administrativa del gobierno federal. A lo largo de sus primeros dos años, Carter aprobó una amplia legislación que reestructuró varias agencias del gobierno, y creó dos nuevos departamentos: el Departamento de Energía y el Departamento de Educación.

Además, fue el primero en resaltar la importancia de las energías renovables, un tema que a día de hoy sigue siendo crucial. En un acto simbólico, Carter mandó instalar paneles solares en el techo de la Casa Blanca, lo que reflejaba su compromiso con la sostenibilidad.

Carter también dejó una huella indeleble en el ámbito de la diversidad. Mientras que administraciones previas habían nombrado a un pequeño número de afroamericanos y mujeres como figuras decorativas, Carter hizo de la inclusión una prioridad, reclutando a líderes de los derechos civiles y feministas para ocupar puestos clave en su gobierno.

No obstante, fue en la política exterior donde su impacto fue realmente transformador. Carter aprovechó los avances de Richard Nixon y Henry Kissinger para abrir relaciones diplomáticas con China, un hito que cambió el curso de la historia.

También resolvió una de las fuentes más profundas de animosidad en América Latina: la devolución del control del Canal de Panamá a los panameños, un acto que ayudó a calmar el resentimiento en toda la región.

Sin embargo, su mayor logro diplomático fue la mediación de los Acuerdos de Camp David en 1978, que trajeron la paz entre Egipto e Israel. Este tratado histórico sigue siendo un testimonio de la capacidad de Carter para negociar en medio de los conflictos más complejos, un legado que perdura más de 40 años después.

A pesar de estos logros, Carter no fue reelegido en 1980. Un desafío dentro de su propio partido, encabezado por Ted Kennedy, dividió a los demócratas, y la crisis de los rehenes en Irán, que duró 444 días, dañó gravemente su imagen.

Muchos lo vieron como débil por no recurrir a la fuerza militar para liberar a los 52 estadounidenses secuestrados. No obstante, Carter sabía que cualquier acción militar probablemente habría resultado en la muerte de los rehenes. Finalmente, todos regresaron a casa con vida.

Después de dejar la Casa Blanca a los 56 años, Carter se embarcó en una carrera que ningún otro expresidente había imaginado. Fundó el Centro Presidencial Carter, que se centró en promover la paz, resolver conflictos y monitorear elecciones a nivel mundial.

El Centro Carter se convirtió rápidamente en un referente, el «estándar de oro» en observación electoral, ayudando a garantizar procesos democráticos en países de todo el mundo.

Su trabajo en África también dejó una huella profunda. En 1985, lanzó una campaña para erradicar la enfermedad del gusano de Guinea, que afectaba a millones de personas en el continente. Gracias a sus esfuerzos, el número de casos disminuyó drásticamente, con menos de 20 registrados el año pasado. Además, apoyó programas de salud pública y fue un firme defensor de organizaciones como Habitat for Humanity.

El legado de Carter no se limitó a la política; su fe cristiana fue el motor que impulsó su vida. A diferencia de otros líderes evangélicos, nunca abrazó las posturas políticas de derecha. Carter veía la política como una extensión de su fe, siempre centrado en la paz y el servicio a los demás.

Su vida reflejaba los valores cristianos de humildad y amor al prójimo, que predicaba con frecuencia en su iglesia local, incluso cuando tenía 95 años, enseñando la escuela dominical en la pequeña ciudad de Georgia donde creció.

Al morir, Carter deja un legado que va más allá de su tiempo en la Casa Blanca. Su vida, marcada por su incansable búsqueda de la paz y la justicia social, representa un ejemplo de integridad y servicio público.

A lo largo de los años, Carter se ganó el respeto no solo de los estadounidenses, sino de personas de todo el mundo. Al final, su mayor legado puede ser la profunda moralidad que guió todas sus acciones, y la forma en que, incluso al dejar la presidencia, continuó siendo una fuerza para el bien en el mundo.

Jimmy Carter, el presidente que más hizo por su país y por el mundo, nos deja un ejemplo claro de cómo la verdadera grandeza no se mide solo por lo que se logra en el poder, sino por lo que se hace después de dejarlo.

Crédito fotográfico: ABC News


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