THE LATIN VOX (29 de octubre del 2024).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz
Justin Trudeau, quien ganó el poder con la promesa de “días soleados” y una ola de descontento hacia el gobierno conservador, se encuentra ahora en su momento político más oscuro y lleno de incertidumbre mientras lucha por desafiar las probabilidades y un electorado resentido en su intento por conseguir un cuarto mandato histórico.
Recientemente, la presión sobre el primer ministro ha aumentado de manera alarmante. Casi dos docenas de diputados liberales firmaron una carta la semana pasada exigiendo su renuncia, motivados por temores de que su creciente impopularidad podría conducir a una derrota aplastante en las elecciones venideras. Esta carta se suma a una petición de “código rojo” entre los miembros de base del partido, que solicita una votación secreta sobre el liderazgo de Trudeau.
A pesar de estas demandas, Trudeau se mostró firme ante los periodistas, afirmando que cuenta con el respaldo de la gran mayoría de los 153 miembros liberales en la Cámara de los Comunes. Insistió en que cualquier “conversación robusta” sobre el futuro del partido se llevará a cabo con él como líder en las próximas elecciones.
Sin embargo, los analistas sugieren que la revuelta dentro del partido, que se ha intensificado en los últimos meses, ha dejado una marca en el primer ministro. Scott Reid, asesor político y exdirector de comunicaciones del ex primer ministro liberal Paul Martin, destacó que “el primer ministro y su equipo probablemente están conmocionados y deben ser conscientes de que por cada miembro que pide la renuncia de Trudeau, hay dos o tres que carecen del valor para expresarlo”.
Esta situación ha sido calificada como una “revolución de iceberg”, sugiriendo que lo que se oculta bajo la superficie podría ser vasto e intimidante para Trudeau, independientemente de si lo admite en público o en privado.
Para quienes buscan desbancar a Trudeau, el contexto histórico no ofrece consuelo. Canadá no tiene tradición de primeros ministros que abandonen su cargo voluntariamente; casi todos han sufrido derrotas electorales o han renunciado en el último momento, cuando ya no les quedan opciones. Al igual que en Estados Unidos, donde la frustración ha crecido con respecto a Joe Biden, no hay un mecanismo para destituir a los líderes de los partidos. Deben decidir abandonar el cargo por su propia voluntad.
“El tipo de persona que cree lo suficiente en sí misma para ser primer ministro es exactamente el tipo de persona que no tiene intención de irse”, afirmó Reid. “Eso es cierto para todos, y también para Justin Trudeau”.
A medida que la presión aumenta y la incertidumbre se instala en el Partido Liberal, el futuro político de Trudeau se encuentra en una encrucijada. El primer ministro deberá enfrentar decisiones críticas que no solo definirán su legado, sino también la dirección política de Canadá en los próximos años. La pregunta es si podrá navegar estas aguas turbulentas y mantener su puesto en medio de un panorama cada vez más adverso.
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