Aunque Canadá ha anunciado que facilitará la emisión de visas para los ciudadanos indios, la relación diplomática entre los dos países sigue siendo fría. El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, ha sido criticado por su supuesta simpatía hacia los separatistas sijes, que buscan la independencia de la región india de Punjab. India considera que este movimiento es una amenaza para su integridad territorial y su seguridad nacional.
La tensión se agravó en 2018, cuando Trudeau visitó India y se reunió con un exmiembro del movimiento sij, Jaspal Atwal, que había sido condenado por intentar asesinar a un ministro indio en 1986. El gobierno indio expresó su malestar por este encuentro y acusó a Canadá de interferir en sus asuntos internos. Trudeau se disculpó y dijo que fue un error involuntario.
Desde entonces, los dos países han intentado mejorar su relación, especialmente en el ámbito económico y comercial. Canadá es un importante socio de India, con un intercambio bilateral de más de 9.000 millones de dólares canadienses en 2020. Además, hay una gran diáspora india en Canadá, que representa el 4% de su población.
Sin embargo, los gestos de buena voluntad no han sido suficientes para superar la desconfianza política. En 2020, India se negó a participar en una conferencia organizada por Canadá sobre la libertad religiosa, alegando que era una plataforma para los separatistas sijes. En 2021, India protestó por las declaraciones de Trudeau sobre las protestas de los agricultores indios, que consideró una injerencia inaceptable.
Por lo tanto, la relación entre India y Canadá sigue siendo distante y compleja, a pesar de los esfuerzos por acercar las posturas. La flexibilización de las visas puede ser un paso positivo, pero no es suficiente para resolver las diferencias profundas que existen entre los dos países. Se necesita un diálogo más amplio y respetuoso para fortalecer la confianza y la cooperación mutua.