Canadá es uno de los países con los precios de los alimentos más altos del mundo, según un informe de la consultora Dalhousie University. El coste medio de una cesta de la compra en Canadá es de 644 dólares canadienses al mes, lo que supone un 4,1% más que el año pasado. Los factores que influyen en esta subida son la pandemia de COVID-19, el cambio climático, la inflación y la escasez de mano de obra.
Ante esta situación, el primer ministro Justin Trudeau ha propuesto una serie de medidas fiscales para aliviar la carga de los consumidores y los productores. Entre ellas se encuentran:
- Un crédito fiscal de hasta 500 dólares canadienses para las familias con ingresos bajos y medios que compren alimentos producidos en Canadá.
- Una reducción del impuesto sobre la renta para los agricultores que vendan sus productos directamente a los consumidores o a las cooperativas locales.
- Una inversión de 200 millones de dólares canadienses para mejorar la infraestructura y la logística de la cadena alimentaria.
- Una ampliación del programa AgriEstabilidad, que ofrece apoyo financiero a los agricultores que enfrentan pérdidas debido a circunstancias imprevistas.
Estas medidas tienen como objetivo fomentar el consumo y la producción de alimentos locales, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, crear empleo y garantizar la seguridad alimentaria. Sin embargo, algunos críticos han señalado que estas medidas son insuficientes, tardías o electoralistas. Por ejemplo, el líder conservador Erin O’Toole ha acusado a Trudeau de no haber hecho nada para evitar el aumento de los precios durante su mandato. Asimismo, algunos expertos han advertido que las medidas fiscales podrían tener un impacto negativo en el déficit público o en el comercio internacional.
En conclusión, los costes de la alimentación en Canadá son un problema complejo que requiere una solución integral y consensuada. El gobierno de Trudeau ha presentado su propuesta fiscal como una forma de ayudar a los canadienses a afrontar este desafío, pero también se enfrenta a la oposición y al escepticismo de sus rivales y de algunos analistas.