La división en el Partido Republicano sigue profundizándose, ya que el liderazgo de la Cámara de Representantes, dominado por los republicanos, ha intensificado sus ataques contra Liz Cheney, una de las voces más críticas hacia Donald Trump dentro del partido. Este enfrentamiento ocurre tras la conclusión de la investigación sobre el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021, en la que Cheney desempeñó un papel clave.
Cheney, hija del exvicepresidente Dick Cheney, fue una figura central en el comité bipartidista que investigó el intento de insurrección, atribuyendo responsabilidades directas a Trump por incitar a sus seguidores. Sus declaraciones contundentes y su voto a favor del juicio político contra el expresidente la convirtieron en un paria dentro de su propio partido, pero también en una heroína para sectores moderados y demócratas.
En respuesta, los líderes republicanos han tomado medidas para marginarla aún más, incluido su retiro de comités clave y una campaña activa para debilitar su influencia política. Trump, por su parte, ha celebrado estas acciones, calificándolas como una «victoria para la verdadera base republicana».
Sin embargo, este giro hacia Trump genera preocupación en algunos sectores del partido, que temen que el respaldo incondicional al expresidente pueda alienar a votantes moderados en las próximas elecciones. Mientras tanto, Cheney continúa defendiendo su postura, afirmando que «la verdad y la Constitución deben prevalecer sobre la lealtad partidista».
El conflicto entre Cheney y los republicanos pro-Trump refleja la batalla por el alma del Partido Republicano, que aún enfrenta las consecuencias políticas y sociales del ataque al Capitolio. Este episodio no solo pone en juego el futuro de Cheney, sino también el rumbo que tomará el partido en un momento decisivo para la democracia estadounidense.