Canadá ha acogido a más de 2.000 refugiados ucranianos desde 2014, cuando estalló el conflicto entre Ucrania y Rusia. Sin embargo, muchos de ellos se enfrentan a dificultades para adaptarse a su nuevo país, como la falta de reconocimiento de sus credenciales profesionales, la escasez de servicios de salud mental y la discriminación.
Según un informe de la organización no gubernamental Ukrainian Canadian Social Services, los refugiados ucranianos tienen un alto nivel de estrés postraumático, depresión y ansiedad debido a las experiencias vividas en la zona de guerra. Además, muchos de ellos no pueden acceder a la atención psicológica adecuada por la falta de intérpretes o terapeutas que hablen ucraniano.
Otro obstáculo que enfrentan los refugiados ucranianos es la validación de sus títulos y certificados en Canadá, lo que les impide ejercer sus profesiones o encontrar empleos acordes a sus habilidades. Algunos de ellos tienen que volver a estudiar o hacer cursos de actualización, lo que supone un costo económico y de tiempo.
Asimismo, los refugiados ucranianos sufren discriminación por parte de algunos canadienses que los ven como una amenaza o una carga para el país. Algunos de ellos han sido víctimas de insultos, amenazas o agresiones físicas por su origen, idioma o religión.
Los refugiados ucranianos piden al gobierno canadiense que les brinde más apoyo para facilitar su integración, como programas de orientación, asesoramiento laboral, becas educativas y medidas contra el racismo. También solicitan que se amplíe el número de plazas para los refugiados ucranianos, ya que hay miles de personas que siguen esperando una oportunidad para escapar de la guerra.