
THE LATIN VOX (11 de octubre del 2025).- Por Daniela Medina.
El parque marino Marineland, ubicado en las cataratas del Niágara (Ontario), ha lanzado un ultimátum dramático: exige al gobierno federal apoyo financiero inmediato para mantener con vida a sus 30 belugas restantes, bajo advertencia de que de lo contrario podrían ser sometidas a eutanasia. El conflicto se intensifica tras el rechazo del permiso para exportar los animales a China y cuestionamientos cada vez mayores sobre la viabilidad de mantener cetáceos en cautiverio.
Aunque el plazo fijado para su amenaza ya ha vencido, fuentes oficiales confirmaron que las belugas siguen con vida por ahora y permanecen bajo la custodia de Marineland.
Este episodio coloca a Canadá en una encrucijada: cómo equilibrar la protección de la fauna marina, las obligaciones estatales y los derechos frente a parques privados con historial cuestionable respecto al bienestar animal.
Origen de la crisis: parque en venta, ley de cetáceos y exportación bloqueada
Marineland en declive estructural
Marineland ha estado en un descenso operativo y financiero durante los últimos años. En 2024 cerró sus puertas al público y recientemente anunció planes para vender muchas de sus atracciones, remarcar terrenos y reducir su capacidad operativa.
Desde entonces, depende de sus recursos restantes para cuidar los animales bajo custodia, incluidos belugas, focas, leones marinos, osos y otros mamíferos marinos. Sin embargo, su fragilidad financiera dejó de ser un asunto privado cuando el parque informó que ya no puede costear el alimento ni el mantenimiento adecuados para las belugas.
Exportación rechazada: bloque legal y moral
Marineland había solicitado permisos para exportar sus 30 belugas al acuario chino Chimelong Ocean Kingdom, como parte de un plan para aliviar la carga del cuidado local. Pero el gobierno federal, a través de la ministra de Pesca, Joanne Thompson, denegó la solicitud. La decisión se apoyó en la Ley canadiense de 2019 que prohíbe la venta, cría y cautiverio permanente de cetáceos, salvo para rehabilitación o investigación.
Según Thompson, aprobar el traslado implicaría perpetuar la explotación de los animales con fines de entretenimiento y contravenir los principios éticos de protección animal.
Asimismo, Marineland señaló que no existe un santuario viable ni otra institución con capacidad para acogerlas, lo que, para el parque, convierte la exportación china en su única alternativa práctica.
La urgencia del ultimátum y el estado actual de las belugas
En una carta enviada al gobierno el 3 de octubre, Marineland manifestó que si no recibía fondos o una solución de reubicación antes del 7 de octubre, se vería obligada a tomar la medida “devastadora” de sacrificar a las belugas para evitar su sufrimiento por inanición o deterioro sanitario.
Una vez vencido ese plazo, el gobierno de Ontario anunció que las belugas seguían vivas y bajo custodia del parque. Un portavoz de la oficina del Solicitor General de Ontario, Michael Kerzner, confirmó que las 30 belugas “siguen vivas y se mantienen bajo cuidado” de Marineland.
Sin embargo, el hecho de que el plazo se cumpliera sin que se divulgaran medidas concretas adicionales ha generado preocupación: ¿fue una tregua temporal o un retraso de la tragedia anunciada?
Mortalidad histórica y controversias acumuladas
Desde 2019, veinte cetáceos (19 de ellos belugas más un orca) han muerto en Marineland, según documentos compilados por prensa canadiense.
Entre ellos estaba la famosa orca Kiska, cuyo fallecimiento en 2023 puso fin a la presencia de orcas cautivas en Canadá, conforme a la Ley de cetáceos vigente.
Ese historial de muertes sostenidas incluso durante períodos en que el parque seguía funcionando— incrementa el escepticismo sobre su capacidad para asegurar un ambiente digno para los animales restantes.
Activistas de bienestar animal y ex empleados, como el ex entrenador Philip Demers, han denunciado públicamente condiciones inapropiadas de vida, falta de espacios adecuados y limitados recursos médicos para las belugas.
Dimensiones legales, éticas y políticas
Ley canadiense de 2019: el marco que prohíbe el cautiverio
La legislación que prohíbe la captura, cría y uso de cetáceos para entretenimiento entró en vigor en 2019. Aunque las belugas ya presentes en cautiverio están exentas bajo cláusulas de transición, la ley dio un mandato explícito: no perpetuar ni expandir esas condiciones.
El gobierno argumenta que permitir exportaciones o expansión del cautiverio contraviene el espíritu de esa ley. Pero Marineland responde que el parque ya tenía derechos adquiridos y que la garantía del bienestar animal debería obligar al Estado a actuar si el parque no puede sostener los cuidados.
Responsabilidad estatal vs responsabilidad del parque
Un punto clave del debate es quién debe asumir la responsabilidad final: ¿Marineland, que lucrosó décadas con espectáculos marinos, o el Estado, por omisión regulatoria?
- Marineland alega que está legalmente desbordado y su estructura financiera compromete su capacidad de sustento.
- Críticos dicen que el parque no puede usar su declive como excusa para el sacrificio: si exigió mantener cetáceos durante décadas, debe responder por su cuidado incluso en crisis.
- Algunos legisladores provinciales han sugerido la posibilidad de que el gobierno asuma temporalmente la custodia de los animales o intervenga bajo legislación provincial de bienestar animal.
Impacto político y presión pública
- La crisis ha catalizado una reacción mediática y ciudadana: manifestaciones, peticiones en redes sociales y exigencias de intervención estatal inmediata.
- El primer ministro provincial, Doug Ford, se comprometió públicamente a apoyar condiciones adecuadas para las belugas si el parque no puede cumplirlas por sí solo.
- En Ottawa, la postura del gobierno federal es cautelosa: aunque niega asumir responsabilidad directa permanente, asegura que analizará propuestas nuevas y soluciones viables.
Escenarios posibles hacia el desenlace
- Reubicación a un santuario viable
Encontrar un santuario marino internacional con capacidad y regulación ética para albergar a 30 belugas, con apoyo federal y provincial. - Intervención estatal temporal
El gobierno podría asumir la custodia provisional del grupo mientras se organiza un plan sostenible, bajo supervisión de organismos de bienestar animal. - Eutanasia parcial escalonada
Bajo condiciones estrictas, realizar sacrificios solo de animales con pronóstico crítico, priorizando el bienestar sobre la urgencia financiera. - Negociación de fondos inyección
El Estado podría negociar un subsidio de emergencia al parque con condiciones de transparencia, supervisión y plazos claros. - Mantenimiento limitado bajo condiciones forzadas
Marinaland continua bajo custodia pero con reducción de actividades, priorizando la supervivencia animal sobre espectáculos.
Reflexión final: entre el deber moral y el costo institucional
La crisis de las belugas en Marineland pone en tensión valores esenciales: la dignidad animal, la responsabilidad privada y el rol del Estado en proteger especies vulnerables. No es sólo un asunto de zoológicos y acuarios: es una prueba de cómo una nación define su compromiso con la vida marina y cómo actúa ante conflictos estructurales.
El destino de esas 30 belugas emblemáticas puede convertirse en símbolo: de si Canadá está dispuesto a honrar su ley de cetáceos, aunque eso signifique intervenir en propiedades privadas, o si permitirá que el declive económico decida quién vive y quién muere en cautiverio moderno.
Fuente: www.cbc.ca
Foto: google fotos