THE LATIN VOX (3 de diciembre del 2024).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
La reciente reelección de Donald Trump ha desatado una nueva ola de desesperación entre los migrantes que se encuentran atrapados en Tapachula, una ciudad mexicana cerca de la frontera con Guatemala. Aquí, miles de personas esperan una oportunidad para cruzar hacia los Estados Unidos, pero la amenaza de políticas migratorias más estrictas y la violencia en la región están acelerando su huida hacia el norte.
Trump ha prometido implementar un impuesto del 25% a todas las importaciones de México si el país no refuerza su control sobre los migrantes, señalando que el narcotráfico y la migración ilegal son los responsables de una “invasión” a Estados Unidos. En medio de estos temores, los migrantes que esperan en Tapachula temen que la reelección de Trump empeore la crisis, provocando un endurecimiento de las políticas y mayores restricciones en su viaje hacia el norte.
Tapachula: Un punto de estancamiento y esperanza
Tapachula, una ciudad que alguna vez fue un punto de tránsito relativamente tranquilo, se ha convertido en un lugar de estancamiento para miles de migrantes provenientes de Centroamérica, África y Haití. Los esfuerzos de México para controlar el flujo migratorio en colaboración con Estados Unidos han creado una burocracia migratoria compleja que limita la movilidad de las personas atrapadas allí.
Muchos migrantes deben usar la aplicación CBP-One para solicitar una cita que les permita atravesar México y solicitar asilo en los EE. UU., pero los criterios para obtener una cita son inciertos, lo que provoca frustración y desesperación.
Tito, un migrante haitiano que llegó a México hace 15 meses, describe su experiencia de espera interminable y de incertidumbre sobre su futuro. Como él, muchos otros migrantes se sienten atrapados, sin avances, a pesar de sus esfuerzos por llegar a la frontera estadounidense.
La economía del estancamiento y la violencia en Tapachula
La situación en Tapachula ha dado lugar a una economía paralela en la que los migrantes son explotados tanto por empresas como por la delincuencia organizada. Muchos migrantes como Tito se ven obligados a aceptar trabajos informales en condiciones precarias para sobrevivir, mientras que los servicios como el transporte y el alojamiento aprovechan su vulnerabilidad, cobrando tarifas excesivas.
Sin embargo, la violencia también ha aumentado en la región, donde las bandas criminales aprovechan la situación de los migrantes para secuestrarlos y extorsionar a sus familias. «En Tapachula, uno tiene que tener mucho cuidado», dice Tito. «No te metas con nadie y siempre regresa antes del anochecer». El secuestro de migrantes se ha convertido en una práctica común, con bandas que operan abiertamente en la ciudad, y las familias a menudo recurren a grupos de derechos humanos para intentar localizar a los desaparecidos.
El 1 de octubre, la situación de inseguridad alcanzó un punto crítico cuando el ejército mexicano abrió fuego contra un vehículo de contrabandistas cerca de Tapachula, matando a seis migrantes e hiriendo a doce más. Este incidente subraya el peligro constante que enfrentan los migrantes, atrapados entre la violencia de los traficantes de personas y la violencia institucional.
El efecto Trump: Un motivo de temor para los migrantes
Con el regreso de Trump al poder, los migrantes temen que sus esfuerzos por llegar a los EE. UU. se vean aún más obstaculizados. Las políticas de “tolerancia cero” del expresidente, que incluyen la construcción de un muro fronterizo y la expulsión inmediata de migrantes, podrían aumentar las restricciones y hacer aún más incierta su travesía.
Según los migrantes que se encuentran varados en Tapachula, el miedo de que la aplicación CBP-One desaparezca o que haya más barreras para entrar a los EE. UU. está llevando a muchas personas a tomar decisiones apresuradas, como unirse a las caravanas que se dirigen al norte.
Estas caravanas, que han aumentado en los últimos meses, se han convertido en una forma de buscar seguridad en números. Sin embargo, la creciente militarización de la frontera y las políticas de inmigración más estrictas de Estados Unidos podrían intensificar la crisis humanitaria en la región, lo que lleva a más violencia y más ganancias para los grupos del crimen organizado que operan en la zona.
Una crisis humanitaria en aumento
La situación en Tapachula es un reflejo de la crisis migratoria más amplia que afecta a México y América Central. Con la reelección de Trump y la creciente presión sobre México para que controle el flujo migratorio, los migrantes se encuentran atrapados en un ciclo de desesperación, violencia y explotación económica. Aunque las autoridades mexicanas han hecho esfuerzos por frenar la migración hacia el norte, la situación sigue siendo incierta y peligrosa para aquellos que buscan una vida mejor en los Estados Unidos.
Los expertos en derechos humanos advierten que la combinación de políticas migratorias restrictivas y el aumento de la violencia está creando una tormenta perfecta que está llevando a miles de personas a tomar riesgos aún mayores para escapar de la pobreza y la violencia en sus países de origen.
«La gente está muy clara sobre su objetivo. Saben que quieren llegar a los EE. UU., y lo van a hacer, cueste lo que cueste», dice América Pérez, del Servicio Jesuita a Refugiados. Sin embargo, la creciente inseguridad en Tapachula y la amenaza de un endurecimiento de las políticas migratorias hacen que este camino sea cada vez más incierto y peligroso.
Crédito fotográfico: The Times