THE LATIN VOX (28 de enero del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz
La disputa entre México y Francia sobre la película Emilia Pérez ha tomado un giro inesperado con la llegada de un video paródico titulado Johanne Sacreblu, que se burla de los estereotipos franceses en respuesta a las críticas que la película ha recibido en su país de origen.
La película, dirigida por Jacques Audiard, cuenta la historia de una jefa de cartel que contrata a una abogada (interpretada por Zoe Saldaña) para facilitar su transición de género, y está en la carrera por el Oscar a Mejor Película, con una nominación a Mejor Actriz para Karla Sofia Gascón. Sin embargo, el filme ha sido ampliamente criticado en México, país en el que supuestamente se desarrolla la historia.
La parodia mexicana como respuesta
En un acto de respuesta a las controversias generadas por la película, la cineasta trans mexicana Camila Aurora subió a las redes sociales un video de 30 minutos que parodia Emilia Pérez. En el video, se presentan bailarines y actores vestidos con bigotes falsos, boinas y camisetas a rayas, contando una cómica historia sobre un romance entre los herederos trans de dos familias rivales productoras de croissants y baguettes.
La sátira se burla abiertamente de los estereotipos franceses, en particular de la imagen popularizada del “francés” con suéter a rayas y boina, y la rivalidad culinaria entre las familias que producen los productos icónicos de la gastronomía francesa.
El guionista Héctor Guillén, quien también estuvo involucrado en el proyecto, fue uno de los más críticos con Emilia Pérez. Guillén había denunciado la película previamente como una “burla eurocéntrica racista” que no reflejaba la realidad de México ni la cultura trans.
Las críticas a Emilia Pérez y su representación de México
La controversia en torno a Emilia Pérez ha crecido principalmente por su falta de autenticidad, lo que ha sido objeto de duros reproches, especialmente en México. La película fue filmada en un estudio en Francia por un director y guionista que no hablan español, y tiene en su elenco principal a solo una actriz mexicana, Adriana Paz. La protagonista, Karla Sofia Gascón, es española, mientras que Zoe Saldaña y Selena Gómez, ambas de origen estadounidense, interpretan papeles clave en la trama.
El problema de la falta de autenticidad se intensifica por la escasa representación de la cultura mexicana en una historia que se pretende ubicar en este país, lo que genera dudas sobre la veracidad de la representación. Además, muchos han criticado la película por trivializar la magnitud de la violencia en las guerras de los carteles de drogas en México, un conflicto que ha dejado más de 350,000 muertos desde 2006.
La representación de la identidad trans
Otro aspecto que ha levantado polvareda es la forma en que se presenta a la protagonista trans de la historia. La organización de defensa de los derechos LGBTQ+, GLAAD, calificó la representación como “profundamente retrógrada”, señalando que no reflejaba de manera auténtica la vida y los desafíos de las personas trans.
Ante este torrente de críticas, Audiard se disculpó en la premiere mexicana del filme, explicando que la película no tenía la intención de ofender y que, como “ópera”, Emilia Pérez estaba más enfocada en la interpretación artística que en una representación fidedigna de la realidad. “Si hay cosas que parecen impactantes en Emilia Pérez, lamento mucho que así se perciban”, dijo el director francés.
Un debate global sobre la autenticidad y la representación
El debate sobre la autenticidad cultural y la representación de las comunidades trans en el cine internacional sigue siendo un tema candente. Mientras Emilia Pérez ha generado controversia tanto en México como en la comunidad LGBTQ+, la parodia mexicana Johanne Sacreblu ofrece una respuesta irónica y humorística, resaltando la tensión cultural entre ambos países.
Sin duda, esta disputa ha puesto de relieve las tensiones alrededor de la representación genuina en el cine, especialmente cuando se trata de historias que involucran culturas y identidades ajenas a quienes las cuentan.
En última instancia, este choque cultural entre México y Francia abre una discusión más amplia sobre quién tiene el derecho de contar ciertas historias y de qué manera se debe abordar la representación de comunidades históricamente marginadas, como las personas trans y las culturas no europeas, en el cine global.
Crédito fotográfico: www.sopitas.com