«México no se vende»: El rechazo a la gentrificación en Ciudad de México refleja una crisis global

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THE LATIN VOX (15 de julio del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.

¡Gringo, go home!”, “No eres un ‘expat’, eres un colonizador”. Estas fueron algunas de las consignas que retumbaron en las calles del centro de Ciudad de México durante una protesta que dejó cristales rotos, puertas destrozadas y muros cubiertos de grafitis furiosos. No fue solo una manifestación: fue un grito de auxilio.

Lo que comenzó como una respuesta local a un problema creciente ha revelado un fenómeno global. La gentrificación, esa transformación urbana disfrazada de modernidad, está desplazando silenciosamente a comunidades enteras.

En la capital mexicana, ese proceso ha alcanzado un punto de ebullición desde la pandemia, con la llegada masiva de extranjeros —principalmente estadounidenses— atraídos por el bajo costo de vida, el clima benigno y la posibilidad de trabajar remotamente desde cafés con encanto y buena conexión Wi-Fi.

De barrio tranquilo a escaparate turístico

Daniel Benavides, editor de cine de 35 años, vivía en Roma Sur desde 2016. “Era un barrio tranquilo, sin pretensiones, accesible.

Luego empezaron a aparecer los cafés con foquitos y cuerdas, y después llegaron los gringos con sus laptops y los menús en inglés”, recuerda. Lo que siguió fue una escalada de alquileres que lo obligó a dejar la ciudad.

Hoy, vive con su madre en Puebla. “Extraño la ciudad. Para mí, como hombre gay, era un faro de libertad. Pero me vi forzado a presionar el botón de expulsión”.

No es un caso aislado. Miles de familias están siendo desplazadas de colonias como Roma, Condesa y Polanco, donde los alquileres han llegado a niveles impensables: hasta 100,000 pesos mensuales (cerca de 5,000 euros).

Según cifras oficiales, más de 23,000 familias abandonan la capital cada año. Un fenómeno agravado por la proliferación de apartamentos turísticos —más de 26,000 listados en Airbnb según la organización Inside Airbnb— y la falta casi total de construcción de nuevas viviendas.

Una crisis con rostro global

La ira de los manifestantes en Ciudad de México no es un caso aislado. Es el mismo resentimiento que recorre las calles de Barcelona, Lisboa, Venecia o Nueva York, donde los residentes locales ven cómo sus barrios se transforman en escenarios de consumo para visitantes, con cafés boutique, coworkings, y alquileres impagables.

En todos estos casos, los efectos del turismo masivo, los nómadas digitales y la falta de políticas de vivienda efectivas se entrelazan en una crisis de acceso a la ciudad. Pero en México, la situación es aún más compleja.

¿Es el extranjero el culpable?

La presidenta del país, Claudia Sheinbaum, condenó la protesta, calificando los mensajes como xenófobos. “Por más legítima que sea la demanda —en este caso, la gentrificación— no podemos simplemente decir ‘fuera’ a cualquier nacionalidad”, dijo.

Pero para muchos, la rabia no va dirigida contra personas, sino contra un sistema. “El problema no es que vengan extranjeros”, explica Cecilia Portillo, diseñadora de 30 años que también ha tenido que dejar Condesa tras un aumento de renta del 50%. “El problema es que no hay regulación. El mercado manda, y nos expulsa”.

Un estudio reciente de la Academia Nacional de Ciencias concluyó que, si bien la llegada de nómadas digitales ha exacerbado la situación, la raíz del problema está en las políticas de vivienda. “La construcción se ha detenido casi por completo en los últimos siete años”, explica el urbanista Adrián Acevedo. “Y sin más viviendas, quienes tienen poder adquisitivo —extranjeros o mexicanos de élite— se adueñan del espacio”.

¿Qué futuro para la capital?

La Ciudad de México es un espejo de muchas otras urbes globales atrapadas entre el desarrollo económico, el turismo y la justicia social. ¿Es posible crear una ciudad donde convivan la apertura internacional y el derecho a un hogar digno?

Para Daniel Benavides, la respuesta es urgente. “Lo que está en juego no es solo el precio de la renta, sino el alma de la ciudad. Su diversidad, su historia, su gente. Y si no hacemos algo ya, lo vamos a perder todo”.

Mientras el mundo debate sobre los beneficios y peligros de la globalización, las calles de Ciudad de México nos recuerdan que las ciudades no son solo destinos: son hogares. Y los hogares, cuando se desarraigan, también pueden arder.

Crédito fotográfico: Jon Orbach / Associated Press


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