THE LATIN VOX (12 de noviembre del 2024).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
El ministro canadiense de Inmigración, Marc Miller, ha declarado que “no todos son bienvenidos” en Canadá, en un claro giro en la postura del gobierno hacia la inmigración, a medida que el país se prepara para un posible aumento de migrantes tras la posible vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca. Estas declaraciones, que contrastan con el tono acogedor del gobierno de Justin Trudeau de hace siete años, reflejan el creciente malestar en la sociedad canadiense ante la inmigración y el reasentamiento de refugiados.
En su reciente entrevista con The Globe and Mail, Miller explicó que, si bien Canadá seguirá comprometido con su seguridad fronteriza, el país también buscará garantizar que los migrantes lleguen a su territorio a través de «vías regulares» y respetando las leyes de inmigración. El ministro advirtió que no todos los que intenten cruzar la frontera serán aceptados. “Siempre actuaremos en el interés nacional, asegurándonos de que nuestras fronteras estén seguras y que quienes lleguen a Canadá lo hagan de manera regular, entendiendo que no todos son bienvenidos aquí”, afirmó Miller.
El regreso de Trump y su amenaza de deportaciones masivas
Las palabras de Miller se producen en un contexto político complejo, mientras Canadá se prepara para un aumento en el número de migrantes que podrían llegar a su territorio. Esta posible oleada se desencadenaría por las políticas migratorias agresivas que Donald Trump ha prometido implementar si regresa a la presidencia en enero. El exmandatario ha anunciado que llevará a cabo las mayores deportaciones masivas en la historia de Estados Unidos, apuntando a aquellos inmigrantes indocumentados que sean considerados una amenaza para la seguridad pública.
Tom Homan, uno de los principales asesores en materia de inmigración de Trump, ha señalado que la administración entrante se enfocará en eliminar a aquellos migrantes que residan ilegalmente en EE. UU. y que, según su criterio, representen riesgos para la sociedad. Esto podría resultar en un éxodo masivo hacia el norte, con miles de personas intentando cruzar la frontera de 5.500 millas que separa a los dos países, buscando asilo en Canadá.
Un giro en la política migratoria de Canadá
Las declaraciones del ministro Miller contrastan fuertemente con el mensaje que el gobierno de Justin Trudeau envió hace casi una década. En 2017, tras la suspensión del estatus de protección temporal para miles de haitianos por parte de Trump, Trudeau publicó en redes sociales: “A los que huyen de la persecución, el terror y la guerra, los canadienses los recibirán, independientemente de su fe. La diversidad es nuestra fuerza”. Este mensaje, que celebraba la acogida de refugiados, ahora parece haber cambiado. La postura más firme de Miller sobre la seguridad fronteriza ha generado críticas, sobre todo de expertos en migración, que ven en esta actitud una contradicción con los principios humanitarios que Canadá ha defendido históricamente.
El acuerdo de tercer país seguro: Un obstáculo para los refugiados
Uno de los elementos clave en este debate es el Acuerdo de Tercer País Seguro (Safe Third Country Agreement), un pacto firmado por Canadá y EE. UU. que establece que las personas que lleguen a Canadá desde Estados Unidos no pueden hacer solicitudes de asilo en la frontera, sino que deben hacerlo en un puerto de entrada, o bien, ser devueltas a EE. UU. Esto ha hecho que muchos migrantes, al ver cerradas las rutas legales, opten por caminos más peligrosos, cruzando por zonas no patrulladas de la frontera, a menudo con la ayuda de traficantes de personas.
Según Audrey Macklin, profesora de derecho en la Universidad de Toronto, este acuerdo ha creado un mercado para los contrabandistas y ha obligado a los migrantes a arriesgar sus vidas al usar rutas clandestinas. «Canadá y Estados Unidos han creado un mercado para los traficantes al hacer que sea prácticamente imposible pedir asilo en un puerto de entrada. Si las personas pudieran hacerlo, no necesitarían recurrir a los traficantes», explicó Macklin.
Macklin, quien ha sido miembro de la Junta de Inmigración y Refugiados de Canadá, sugirió que el gobierno canadiense debería reconsiderar este acuerdo si verdaderamente busca reducir el sufrimiento de los migrantes. “Si realmente nos importara el bienestar de los solicitantes de asilo, no los forzaríamos a usar los servicios de los traficantes ni a tomar rutas peligrosas que ponen en riesgo sus vidas”, subrayó.
El futuro de la política migratoria canadiense
A medida que se acerca el regreso de Trump y las tensiones migratorias aumentan, la política de Canadá hacia la inmigración y el asilo se enfrenta a una encrucijada. Las declaraciones de Marc Miller reflejan un cambio hacia una postura más restrictiva y preocupada por la seguridad fronteriza. Sin embargo, expertos en derechos humanos advierten que este enfoque podría tener graves implicaciones para la reputación internacional de Canadá y su compromiso con el derecho internacional humanitario, especialmente bajo la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados, que establece que un país no puede rechazar a personas que temen ser perseguidas en su país de origen.
En última instancia, el futuro de la política migratoria canadiense parece depender de cómo se gestionen las crecientes presiones internas sobre la inmigración, mientras se mantiene el delicado equilibrio entre la seguridad nacional y el cumplimiento de los compromisos humanitarios. A medida que los migrantes continúan buscando refugio en Norteamérica, la respuesta de Canadá será puesta a prueba en los próximos meses, mientras el país se enfrenta a una crisis que podría redefinir su identidad como nación receptora de refugiados.
Crédito fotográfico: Christinne Muschi/The Canadian Press