Un nuevo estudio revela que los niños de tan solo 18 meses son capaces de ajustar su forma de comunicarse según el conocimiento que tengan los demás, una capacidad que se consideraba exclusiva de etapas más avanzadas del desarrollo cognitivo. Este hallazgo, publicado en Science, amplía nuestra comprensión de las habilidades comunicativas tempranas y subraya la sofisticación del cerebro infantil en sus primeros años de vida.
En el estudio, realizado por un equipo de investigadores de la Universidad de Harvard, se observó que los niños pequeños modulan su comunicación no solo en función de lo que saben, sino también considerando lo que los demás pueden o no saber. En los experimentos, los niños interactuaban con adultos que habían sido expuestos a diferentes cantidades de información. Aquellos niños que comprendían que el adulto no sabía algo específico cambiaban su forma de transmitir un mensaje, empleando un lenguaje más explicativo o señalando objetos para asegurar que el otro pudiera seguir la conversación.
Este comportamiento refleja una forma temprana de «teoría de la mente», un concepto que describe la capacidad de reconocer que otras personas tienen pensamientos, creencias y conocimientos distintos a los propios. Los resultados sugieren que los niños de 18 meses son conscientes de las limitaciones cognitivas de los demás, lo que les permite ajustar su estilo comunicativo para facilitar la comprensión.
El estudio desafía teorías anteriores que sostenían que esta habilidad de adaptar la comunicación surgía más tarde, alrededor de los 3 o 4 años, cuando los niños desarrollan una mayor comprensión de las perspectivas ajenas. En este sentido, los hallazgos apuntan a que la capacidad de «leer» y ajustar el contexto social está presente mucho antes de lo que se pensaba.
Para los expertos en desarrollo infantil, este descubrimiento abre nuevas preguntas sobre cómo se desarrollan las habilidades de comunicación en los primeros años y cómo influye el entorno social en este proceso. Además, podría tener implicaciones para la forma en que los padres y educadores interactúan con los niños, promoviendo la importancia de ser conscientes de la capacidad de los más pequeños para entender y adaptarse a las interacciones sociales complejas desde una edad temprana.
Este estudio no solo ilumina el desarrollo cognitivo de los niños pequeños, sino que también subraya la complejidad de la comunicación humana y su evolución desde los primeros momentos de la vida.