
THE LATIN VOX (13 de julio del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
Bajo el abrasador sol de los pantanos del sur de Florida, se alza una imagen distorsionada del poder estadounidense: un campamento de detención para inmigrantes llamado, sin ironía, “Alcatraz del Caimán”.
Con su mezcla de brutalidad institucional y estética cinematográfica, el sitio no solo refleja una política de inmigración despiadada, sino que pone en escena la oscura teatralidad de la era Trump: una política del espectáculo que transforma el sufrimiento humano en escenografía para el consumo político.
Este campo de detención, construido en una pista de aterrizaje rural en los Everglades, fue impulsado por la administración del gobernador Ron DeSantis, ansioso por limpiar su imagen ante la base Maga tras su desastrosa candidatura presidencial de 2024.
En cuestión de días, el sitio pasó de ser una idea lanzada en redes sociales a una realidad letal, adornada con rejas, literas metálicas y mercancía oficial vendida a los simpatizantes de Trump, quienes ahora pueden comprar camisetas estampadas con el lema del campo.
Un espectáculo de crueldad
En un video promocional que parece salido de un thriller de serie B, el fiscal general de Florida, James Uthmeier, camina por el asfalto flanqueado por policías, mientras se escucha música rock y helicópteros de fondo.
En la grabación, Uthmeier afirma que los migrantes no podrán escapar del campamento sin enfrentar caimanes y pitones, en una región conocida por su vida silvestre letal. Trump —quien ya ha fantaseado con fosos llenos de reptiles en la frontera con México— aprobó con entusiasmo la idea.
El presidente visitó el campamento el 1 de julio, luciendo una gorra roja que decía “GULF OF AMERICA”, y recorrió las jaulas de alambre con expresiones de satisfacción. Al día siguiente, llegaron los primeros prisioneros. Desde entonces, las condiciones han sido inhumanas y peligrosas.
Los testimonios desde el interior son alarmantes: un solo alimento al día con comida infestada de gusanos, toilets que no funcionan, insectos por doquier, ausencia de duchas durante días y temperaturas extremas por sistemas de aire acondicionado rotos.
Un detenido ha sido hospitalizado. Tres muertes ya han sido confirmadas en el centro Krome, también en Florida, incluidos un hondureño de 29 años, un ucraniano de 44 y un cubano de 75 años que llevaba medio siglo en EE.UU.
Castigo sin crimen
Cabe recordar que la mayoría de los detenidos no han cometido delito alguno: están recluidos por violaciones civiles de inmigración. Aun así, son tratados como enemigos del Estado en una narrativa cuidadosamente construida para que sus sufrimientos parezcan justificados, incluso entretenidos.
“Alcatraz del Caimán” no es solo un lugar; es un mensaje. Un montaje que transforma a personas reales —con familias, historias y derechos— en extras de una distopía nacionalista de bajo presupuesto. Esta no es una prisión diseñada para seguridad o justicia. Es una exhibición pública de fuerza. Una especie de parque temático macabro donde la crueldad se estetiza y se vende.
¿Un campo de exterminio climático?
El lugar ya ha sufrido inundaciones, y expertos alertan que no resistirá un huracán. Florida está entrando en su temporada de tormentas, y las tiendas montadas podrían colapsar bajo vientos extremos, matando a quienes están dentro. La combinación de falta de comida, agua potable, saneamiento y hacinamiento convierte este campo en una trampa mortal. Si se mantiene abierto, habrá más muertes. Eso, para algunos, puede no ser un error del sistema, sino su propósito.
La marca Trump: espectáculo antes que humanidad
Para Trump y sus seguidores, la política migratoria no se trata ya de proteger fronteras, sino de dominar, humillar y mostrarlo al mundo. Lo que antes era una política se ha convertido en performance: una fantasía de control total donde los inmigrantes son convertidos en villanos de acción que deben ser confinados en jaulas rodeadas de reptiles.
DeSantis, el brazo operativo de esta visión, ha recibido elogios del propio Trump y de la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, por su “eficaz” implementación. Y mientras la mercancía conmemorativa del campo se vende online, nadie responde por los muertos ni por los heridos. Las organizaciones de derechos humanos han denunciado, pero los mecanismos legales parecen insuficientes ante un gobierno que ignora órdenes judiciales y criminaliza la compasión.
Un espejo oscuro de América
“Alligator Alcatraz” es, en muchos sentidos, la encarnación del trumpismo en su forma más cruda: autoritario, brutal, grotesco y orgulloso de serlo. Es una señal de alerta para el mundo, y para los propios ciudadanos estadounidenses, de lo que puede ocurrir cuando el poder se alía con el espectáculo y la crueldad se convierte en política oficial.
No es un set de película. No es un videojuego. Es un campo de concentración real en el corazón de uno de los países más poderosos del mundo. Y cada día que permanece abierto, la democracia retrocede un poco más.
Crédito fotográfico: Evelyn Hockstein | REUTERS