Opinión: El regreso del autoritarismo: Trump, Musk y el gabinete de «leales»

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THE LATIN VOX (27 de febrero del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.

Ayer en un ambiente caldeado y aparentemente cordial, Donald Trump celebró su primera reunión completa del gabinete desde su regreso al poder, rodeado de sus más cercanos aliados y, en un giro sorprendente, el multimillonario Elon Musk.

Lo que parecía una reunión común se convirtió en una demostración descarada de autoritarismo, al más puro estilo de un líder que siente la necesidad de consolidar su poder con adulación y sumisión.

Lo que ocurrió a pocos pasos de la Casa Blanca no solo evidenció la creciente centralización del poder en manos de Trump, sino también cómo se normaliza la figura de un «emperador» en la política estadounidense.

En la reunión, los miembros del gabinete, entre los cuales predominaban hombres blancos en trajes oscuros, fueron testigos de una escena que bien podría haber sido sacada de un antiguo régimen: Trump, en su papel de líder carismático, elogió sin reservas a Musk, quien se presentó como el salvador de un gobierno federal «ineficiente».

Pero el episodio más inquietante de la reunión fue cuando Trump, en un acto que muchos podrían calificar de autocrático, preguntó a su gabinete: «¿Hay alguien que esté descontento con Elon? Si es así, lo echaremos de aquí». La respuesta fue un nervioso aplauso.

Elon Musk, el oligarca del «gobierno eficiente»

Musk, conocido por sus impulsos autoritarios en sus empresas, no defraudó en su intervención. A pesar de las críticas a su fallida gestión de Twitter, Musk se encargó de elogiar a su «jefe», asegurando que Trump había reunido «el mejor gabinete de todos los tiempos».

Con una actitud servil, el magnate, conocido por su apoyo a movimientos de extrema derecha en Europa, expresó sin complejos su admiración por Trump, al que consideraba el líder más capacitado para gobernar Estados Unidos.

La creación del «Doge», una suerte de «departamento de eficiencia gubernamental» encabezado por Musk, ha sido un completo desastre. Desde la gestión caótica de recursos sensibles hasta la eliminación de datos claves sobre ahorros presupuestarios, Doge ha sido acusado de una total ineficiencia, lejos de la «revolución» que Musk prometió.

En la misma reunión, Musk admitió que, sí, cometieron errores. Pero lo que inquieta no es el error en sí, sino la actitud con la que se manejan estos fallos, minimizándolos con excusas y justificándolos como parte de un proceso que «se arreglará rápidamente».

La amenaza de un liderazgo autoritario

El sentimiento de sumisión a Trump y Musk se profundizó cuando el presidente preguntó si alguien tenía algún problema con el multimillonario. En una clara demostración de poder, Trump exigió la lealtad absoluta de sus subordinados.

Y, como era de esperar, la respuesta fue un aplauso forzado, una imagen que reflejaba la fidelidad sin reservas a su liderazgo. Este tipo de dinámicas recuerdan a un autoritarismo disfrazado de generosidad, donde la amenaza de expulsión o castigo es constante, aunque suavizada por una aparente «bondad».

En cuanto a los miembros del gabinete, el desfile de figuras controvertidas no se hizo esperar. Entre ellos, destacaron personajes como Robert F. Kennedy Jr., un defensor de teorías de conspiración sobre las vacunas, y Pete Hegseth, un expresentador de Fox News acusado de abuso sexual.

Más que un gabinete de expertos, parecía una reunión de figuras marginales de la política y los medios de comunicación de extrema derecha, unidos por su lealtad inquebrantable a Trump.

¿Un futuro gobernado por un César y su oligarca?

Lo que se presenció el miércoles no fue solo una reunión política más, sino un espectáculo de normalización de un liderazgo autoritario. La falta de autocrítica, la centralización del poder y el culto a la personalidad de Trump y Musk son indicios de un futuro donde la democracia es puesta en jaque por el ascenso de un régimen de facto.

La reunión también reveló la hipocresía de una administración que, mientras pregona un discurso de «eficiencia», sigue beneficiando a los grandes intereses económicos. Como señaló Jon Stewart en The Daily Show, el gobierno de Trump y Musk no tocará los subsidios millonarios a las empresas de petróleo y gas, ni el dinero destinado a la industria de defensa para armas obsoletas. La verdadera riqueza, como siempre, está en las manos de unos pocos.

De esta manera, los sueños de un país gobernado por un autócrata y su amigo oligarca parecen cada vez más cercanos. Sin embargo, los críticos insisten en que el verdadero peligro radica en la forma en que se está desmoronando la democracia estadounidense bajo la fachada de una «gran» administración.

Al final, es claro que la centralización del poder y la normalización de la figura de un líder autoritario no solo afectan a la política interna de Estados Unidos, sino que también marcan el rumbo de un futuro incierto para la nación y el mundo entero.

Crédito fotográfico: Jim Watson/AFP/Getty Images


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