THE LATIN VOX (4 de diciembre del 2024).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
La reciente amenaza del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, de imponer aranceles del 25 por ciento a México y Canadá y del 10 por ciento a China ha encendido alarmas en los mercados financieros y entre los analistas económicos.
Aunque Trump, con su estilo característico, afirmó el mes pasado que la palabra «arancel» es su favorita, muchos se preguntan si realmente está dispuesto a emprender una guerra comercial a gran escala, o si, como ha hecho en el pasado, estos aranceles son simplemente una táctica para distraer la atención de otros problemas más urgentes.
La teoría de que los aranceles podrían ser una «hermosa distracción» no es nueva. Trump ha demostrado en numerosas ocasiones ser un maestro en desviar la atención pública de cuestiones complejas mediante anuncios o promesas llamativas.
De hecho, su campaña política y su gobierno han estado marcados por constantes distracciones, como un mago que se mueve rápidamente de un truco a otro para que el público no se dé cuenta de lo que realmente está sucediendo. En este caso, la amenaza de los aranceles podría servir para desviar la atención de los problemas internos que enfrenta antes de asumir oficialmente la presidencia.
¿Una estrategia política para consolidar el poder?
Trump está a solo unas semanas de asumir el cargo, y mientras se enfrenta a dificultades para completar su gabinete, podría recurrir a los aranceles como una herramienta para ganar tiempo o como una manera de presionar a gobiernos extranjeros, incluyendo a los de Canadá, México y China, para que hagan concesiones que beneficien a sus aliados o a él mismo.
La amenaza de aranceles no solo tiene el objetivo de modificar las políticas comerciales de estos países, sino también de fortalecer su control sobre el Partido Republicano, forzando a sus senadores a mostrar una lealtad inquebrantable a su figura, como parte de su estrategia de gobernar.
Los pretextos de Trump: Migración y drogas
Trump ha justificado la amenaza de los aranceles con dos argumentos principales: la reducción de la migración y la lucha contra las drogas, específicamente el fentanilo. Sin embargo, ambos pretextos son cuestionados por numerosos expertos.
En primer lugar, los datos muestran que un porcentaje significativo de los migrantes que llegan a la frontera de EE.UU. provienen de países como Venezuela y Cuba, que han sido severamente afectados por las sanciones impuestas por el propio gobierno de EE.UU.
Si la migración fuera una verdadera preocupación para Trump, lo lógico sería eliminar esas sanciones, que están empujando a millones de personas a huir hacia el norte. De hecho, el mismo Trump tiene el poder de poner fin a estas sanciones en cuanto asuma la presidencia, si fuera ese su verdadero objetivo.
En cuanto al fentanilo, un opioide sintético que ha causado miles de muertes en EE.UU., resulta difícil entender cómo los aranceles podrían ser una solución efectiva para esta crisis. La guerra contra las drogas que Trump pretende impulsar ha fracasado rotundamente durante más de cuatro décadas, y la introducción de nuevas drogas como el fentanilo es una consecuencia directa de políticas fallidas de criminalización y de intervención en la oferta de estas sustancias. Aumentar los aranceles no parece ser un remedio viable para frenar esta epidemia.
Los efectos económicos de los aranceles
Varios estudios económicos han mostrado que los aranceles impuestos por Trump durante su primer mandato no solo fracasaron en sus objetivos, sino que tuvieron un impacto negativo en los trabajadores y consumidores estadounidenses.
En su intento de proteger la producción nacional, el costo de los aranceles recayó directamente sobre los consumidores, mientras que el empleo no mostró un aumento significativo. De hecho, algunos sectores industriales resultaron perjudicados debido a la respuesta retaliatoria de otros países, lo que llevó a un descenso en el empleo en ciertas áreas.
Las predicciones sobre los efectos de los aranceles adicionales anunciados por Trump no son alentadoras y sugieren que el impacto económico para EE.UU. será negativo, con la posibilidad de un daño aún mayor si otros países responden con aranceles más severos.
La amenaza como distracción: ¿Un juego de poder global?
A pesar de las consecuencias económicas negativas que podría traer una guerra comercial, Trump parece más enfocado en usar estas amenazas como una forma de distraer la atención del público.
Recientemente, Trump ha atacado a los países del bloque BRICS, amenazándolos con aranceles del 100 % si intentan reemplazar al dólar como la moneda global dominante. Este tipo de declaraciones parece más un truco mediático que una amenaza seria, ya que las probabilidades de que esto ocurra durante su mandato son mínimas.
La razón detrás de estos movimientos es clara: Trump ha logrado consolidar su poder a través de una mezcla de tácticas populistas, amenazas y desinformación. En un mundo posverdad, donde las narrativas se moldean y manipulan constantemente, las amenazas de Trump parecen estar diseñadas para mantener su dominio en la agenda política global.
Conclusión: Un futuro incierto para la economía global
Aunque los aranceles puedan ser, en efecto, una herramienta de distracción para Trump, no se puede subestimar el daño potencial que podrían causar. Una guerra comercial con los principales socios comerciales de EE.UU. sería un desastre económico, no solo para su país, sino para la economía global.
Mientras tanto, los gobiernos de todo el mundo, desde Europa hasta Asia, están observando de cerca estos movimientos, tratando de entender cómo navegar en un mundo donde el liderazgo de EE.UU. está marcado por amenazas y políticas impredecibles. Sin embargo, a medida que se acerca la fecha de su toma de posesión, Trump necesitará más que distracciones para consolidar su poder y avanzar en sus políticas de «desdemocratización», una de las principales fuerzas que lo catapultaron a la presidencia.
Crédito fotográfico: Getty Images