
THE LATIN VOX (13 de julio del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
Durante más de 40 meses, Ucrania ha resistido una guerra brutal y despiadada. Desde la invasión a gran escala de Rusia en febrero de 2022, el país ha enfrentado bombardeos masivos, pérdidas humanas irreparables y una devastación nacional sin precedentes en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
Pero ahora, la pregunta que antes parecía una provocación abstracta se vuelve dolorosamente real: ¿Qué pasa si Ucrania se rinde?
Esa posibilidad, por sombría que parezca, exige una respuesta clara y urgente del mundo democrático. Porque si cae Ucrania, no solo pierde Kiev: colapsa el prestigio estratégico de Occidente, se desmoronan los principios del derecho internacional, y se abre una nueva era de conflictos abiertos en el continente europeo.
Una lucha titánica, pero asimétrica
A pesar de estar superados en número y en armamento, los ucranianos han ofrecido una resistencia heroica. Han logrado ataques audaces dentro del propio territorio ruso, como la destrucción de bombarderos estratégicos y la ocupación temporal de la región de Kursk.
Pero esos logros, aunque notables, no compensan la cruda realidad: Rusia avanza lentamente, pero sin descanso, sobre los frentes orientales de Donetsk y Lugansk, sin importarle las pérdidas masivas en sus filas.
Mientras tanto, Ucrania carece de recursos esenciales: hombres, municiones, sistemas antiaéreos. Su fuerza aérea enfrenta oleadas récord de drones iraníes Shahed. Y sus defensores, agotados y mal abastecidos, siguen luchando como si cada día fuera el último.
Un vacío peligroso en Occidente
El verdadero problema no está en el campo de batalla, sino en la desconcertante pasividad occidental. Mientras Putin consolida un “eje autoritario” con China, Irán y Corea del Norte, las democracias liberales titubean. Los líderes europeos, como Emmanuel Macron y Keir Starmer, repiten fórmulas vacías de apoyo “inquebrantable” sin comprometerse con ayuda militar efectiva.
Estados Unidos, por su parte, enfrenta una pesadilla diplomática: Donald Trump, probable candidato presidencial, ha demostrado una indiferencia peligrosa. Su propuesta de una tregua de 30 días fue rechazada por Moscú, y tras meses de ataques personales contra Zelenski y guiños a Putin, ahora promete reanudar envíos limitados de armas. Pero no es cuestión de política, sino de ego, y su postura cambia según el halago o el berrinche del día.
¿Puede reaccionar la OTAN?
Aún no todo está perdido. La OTAN podría dar un giro decisivo, imponiendo zonas de exclusión aérea sobre zonas no ocupadas de Ucrania, interceptando misiles rusos y estableciendo líneas rojas más claras. Desde el punto de vista militar, jurídico y humanitario, la justificación es contundente: Rusia ha violado repetidamente la soberanía de países vecinos y utiliza amenazas nucleares como chantaje geopolítico.
Las sanciones también deben endurecerse. Los activos rusos congelados en bancos occidentales, que suman miles de millones, deberían ser expropiados y destinados a la defensa y reconstrucción de Ucrania. Los países “neutrales”, como India, que siguen comerciando con Moscú, deben ser confrontados con los informes internacionales de crímenes de guerra rusos y obligados a elegir un bando.
¿Qué está en juego?
Si Ucrania cae, el costo para el mundo será incalculable. Significaría el mayor fracaso estratégico de Occidente desde Afganistán o Irak, y reforzaría la narrativa de que las democracias no tienen voluntad de luchar por sus valores. Además, consolidaría a Putin como un dictador impune, capaz de redibujar fronteras por la fuerza.
Tampoco significaría una victoria duradera para Rusia. El costo humano y económico para Moscú ya es gigantesco, con más de un millón de bajas estimadas. El país se hunde en el autoritarismo y el aislamiento, mientras su élite dirige una guerra que la mayoría no comprende pero no puede detener.
¿La solución? Primero, que caiga Putin
Para que la paz tenga alguna posibilidad, Vladímir Putin debe ser apartado del poder, juzgado por sus crímenes y reemplazado por una Rusia que comprenda que la guerra no puede traer seguridad, solo ruina. La caída de Ucrania no puede ser tolerada. Pero su supervivencia solo será posible si el mundo actúa ahora con firmeza, unidad y coraje.
Las palabras ya no bastan. La historia juzgará a quienes, pudiendo detener una catástrofe, eligieron mirar hacia otro lado.
Crédito fotográfico: Ukrainian Presidential Press Office