Los métodos de pago han evolucionado a lo largo de la historia, desde el trueque hasta las monedas, los billetes, las tarjetas y los dispositivos móviles. Ahora, la tecnología biométrica promete revolucionar la forma en que pagamos, ofreciendo mayor seguridad, comodidad y rapidez.
La biometría se refiere al uso de características físicas o biológicas únicas para identificar a una persona. Algunos ejemplos son las huellas dactilares, el iris, la voz, el rostro y la palma de la mano. Estas características son difíciles de falsificar, copiar o perder, lo que las hace ideales para autenticar transacciones financieras.
Algunas empresas ya están implementando sistemas de pago biométricos en sus negocios. Por ejemplo, Amazon ha lanzado Amazon One, un servicio que permite a los clientes pagar con solo escanear la palma de su mano. La empresa afirma que este método es más higiénico y privado que otros, ya que no requiere contacto físico ni compartir información personal.
Otro ejemplo es PopID, una empresa que ofrece un sistema de reconocimiento facial para pagar en restaurantes, cafeterías y otros establecimientos. Los clientes solo tienen que registrarse una vez con su rostro y su tarjeta de crédito, y luego pueden pagar con solo mirar a una cámara. La empresa asegura que su sistema es seguro y cumple con las normas de protección de datos.
Los expertos predicen que el uso de la biometría en los pagos seguirá creciendo en los próximos años, impulsado por la demanda de los consumidores y los comerciantes. Según un estudio de Juniper Research, se espera que el número de usuarios de pagos biométricos aumente de 2.500 millones en 2020 a 4.600 millones en 2025. Además, se estima que el valor de las transacciones biométricas alcance los 3 billones de dólares en 2025.
Sin embargo, también hay algunos desafíos y riesgos asociados a esta tecnología. Por un lado, se necesita garantizar la seguridad y la privacidad de los datos biométricos, evitando posibles robos, filtraciones o usos indebidos. Por otro lado, se requiere educar y sensibilizar a los usuarios sobre los beneficios y las limitaciones de esta forma de pago, así como respetar su derecho a elegir el método que prefieran.