THE LATIN VOX (11 de octubre del 2025).- Por Daniela Medina.
La madrugada del 10 de octubre se consumó un cambio dramático en el poder político de Perú: el Congreso aprobó la destitución de Dina Boluarte, declarando su “incapacidad moral permanente”, y en cuestión de horas juró como presidente interino José Enrique Jerí Oré, hasta ahora presidente del Congreso. La relación entre protesta social, acusaciones de corrupción y un Estado incapaz de contener la inseguridad tornó insostenible un gobierno que ha sido cuestionado durante meses.
Boluarte se convierte en la sexta presidenta del Perú en salir del cargo prematuramente en menos de una década, acentuando la idea de que el país ha caído en un ciclo de inestabilidad recurrente.
Qué pasó: mociones, justificaciones y votación exprés
1. Las mociones y su admisión
El proceso comenzó el 9 de octubre, cuando cuatro mociones de vacancia fueron presentadas en el Congreso; todas fueron admitidas por amplio respaldo, sumando distintas bancadas políticas que ya habían perdido confianza en la mandataria. Las motivaciones incluyen denuncias de corrupción como el llamado Rolexgate y el deterioro persistente de la seguridad ciudadana.
2. La votación y formalización legal
Esa misma noche, el Pleno realizó el debate y, tras no contar Boluarte con defensa o no presentarse el Congreso aprobó la vacancia con 121 o más votos a favor, sin abstenciones ni votos en contra. La decisión fue ratificada oficialmente mediante resolución publicada en el diario oficial El Peruano.
3. Juramentación de José Jerí
A medianoche, como lo establece la Constitución en ausencia de un vicepresidente, José Jerí Oré, presidente del Congreso, juró como nuevo presidente interino. Asume un mandato que, según normativa vigente, se prolongará hasta las elecciones de abril de 2026.
Jerí, nacido en 1986, es el tercer presidente peruano más joven de la historia moderna y pertenece al partido Somos Perú. Su ascenso marca la octava presidencia en un lapso muy corto, reflejo de la alta rotación política.
Factores detonantes: crisis de violencia, escándalos públicos y hartazgo social
Inseguridad en ascenso
Durante 2025, Perú vivió un repunte dramático en homicidios, extorsiones y violencia generalizada, particularmente en Lima y regiones del sur. La incapacidad del gobierno para frenar esta crisis alimentó el descontento ciudadano y la pérdida de legitimidad de Boluarte.
El punto de inflexión fue un tiroteo en un concierto del grupo Agua Marina en Chorrillos, donde resultaron heridos músicos y asistentes, hecho que potenció las críticas al Ejecutivo y estimuló el pedido de vacancia como respuesta simbólica contra la impunidad.
Los escándalos de lujo y corrupciónEl caso más citado es el Rolexgate, que involucró una colección de relojes y artículos de lujo atribuidos a la presidenta, pese a que sus ingresos declarados no justificaban esos bienes. Este escándalo minó aún más su credibilidad en un país con sensibilidad alta hacia la desigualdad y los excesos del poder.
Rechazo ciudadano y credibilidad casi nula
Según encuestas citadas por medios, Boluarte registró niveles de desaprobación superiores al 90-93 %, llegando al extremo que entre los jóvenes su apoyo era prácticamente cero.
Este panorama político ya estaba marcado por crisis recurrentes: entre 2016 y 2025, varios presidentes no completaron su mandato, y muchos terminaron siendo procesados por corrupción.
Desafíos inmediatos para el nuevo gobierno interino
Legitimidad política y gobernabilidad
Jerí asume en un contexto muy difícil: deberá armar un gabinete aceptable para distintas bancadas y buscar legitimar su papel sin respiración propia de elección popular directa. Muchos sectores cuestionan si posee autoridad moral suficiente para tomar decisiones clave.
Seguridad como prioridad apremiante
Uno de los ejes estratégicos es retomar el control territorial, restaurar la sensación de orden público y recuperar la confianza de la ciudadanía frente al crimen desenfrenado.
Transparencia, lucha contra la corrupción y reconstrucción institucional
Para recuperar estabilidad, el nuevo gobierno deberá promover reformas urgentes en justicia, control al poder político y rendición de cuentas, enfrentando acusaciones antiguas y renovadas en el Congreso y el sistema judicial.
Calendario electoral y transición
Jerí está obligado a organizar las elecciones generales en abril de 2026. No obstante, el proceso de transición debe planificarse con cuidado para evitar que se convierta en un interregno ineficaz, endeble y manipulado por grupos de poder.
Escenarios posibles de evolución política
- Gobierno de consenso limitado
Jerí puede intentar alianzas con partidos moderados para fortalecer su base y obtener respaldo parlamentario, aunque podría depender de compromisos riskantes. - Oposición activa y bloqueos legislativos
Las fuerzas políticas que se oponen pueden intentar censuras, exigir renuncias o impugnar decretos clave para debilitar la administración interina. - Presión social intensificada
Movimientos sociales, comunidades indígenas o regionales podrían exigir reformas estructurales mayores, protesta masiva o incluso convocatoria a Asamblea Constituyente. - Reforzamiento institucional desde la transición
Si Jerí logra ejecutar reformas de fondo en seguridad, justicia y control parlamentario, podría dejar una hoja de ruta que estabilice algo al país hacia 2026.
Un país al límite entre la crisis y la oportunidad
La vacancia de Dina Boluarte y la asunción de José Jerí resumen las fallas estructurales del sistema político peruano: gobernantes de paso, escándalos recurrentes y una ciudadanía desafiante que demanda respuestas urgentes.
Esta nueva presidencia no tiene permitido fallar. Más allá de los nombres, lo que el Perú exige es un cambio real: seguridad efectiva, justicia creíble y una democracia menos proclive al desgaste. Si el interinato fracasa, el país podría profundizar su ciclo de inestabilidad sin salida visible.
Fuente: www.infobae.com
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