
THE LATIN VOX (22 de julio del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz
Las tensiones diplomáticas entre Canadá y Estados Unidos se han intensificado esta semana luego de unas polémicas declaraciones del embajador estadounidense en Canadá, Pete Hoekstra, quien afirmó que el presidente Donald Trump considera que los canadienses son “desagradables” al tratar con su país, en referencia a los boicots y restricciones comerciales impulsados por varias provincias canadienses.
Las palabras del embajador, pronunciadas durante la cumbre anual de la Pacific NorthWest Economic Region Foundation en Bellevue, Washington, desataron una dura reacción del primer ministro de la provincia de Columbia Británica (B.C.), David Eby.
En una entrevista con la cadena CBC, Eby no solo rechazó el tono de los comentarios, sino que señaló que demuestran que las medidas de boicot —como evitar viajes a EE. UU. y prohibir la venta de alcohol estadounidense— están teniendo un efecto tangible.
“Obviamente, los canadienses están indignados”
“¿De verdad creen que los canadienses no van a responder cuando el presidente dice que quiere convertirnos en el estado número 51 y empobrecernos económicamente a menos que nos sometamos?”, declaró Eby desde Huntsville, Ontario, donde esta semana se reúnen los primeros ministros provinciales.
Eby sostuvo que el liderazgo estadounidense demuestra “muy poca conciencia” sobre lo ofensivas que pueden ser sus palabras para los ciudadanos canadienses. No obstante, lejos de retroceder, el premier enfatizó que las sanciones ciudadanas como los boicots están funcionando. “Están teniendo un impacto. Es una señal de que debemos seguir así”, dijo.
Un mal momento para la cooperación
Las declaraciones del embajador Hoekstra se producen en un momento particularmente delicado para la cooperación regional, ya que Vancouver y Seattle se preparan para coorganizar partidos de la Copa Mundial de la FIFA el próximo año.
Ante una pregunta sobre cómo fomentar el turismo transfronterizo, Hoekstra restó importancia a las medidas canadienses: “Que se queden en casa si quieren. Que prohíban el alcohol estadounidense. Está bien”.
Incluso bromeó sobre la facilidad con la que podría introducir bebidas alcohólicas estadounidenses en Canadá sin ser detectado, lo que provocó risas en el evento, pero también aumentó el malestar diplomático.
Boicots: respuesta ciudadana a las aranceles de Trump
Las medidas canadienses son una respuesta directa a los aranceles impuestos por la administración Trump sobre productos canadienses, una política comercial que muchas provincias —incluida B.C.— han calificado como injusta y provocativa. En protesta, algunas regiones prohibieron la venta de alcohol estadounidense en tiendas estatales y alentaron a los ciudadanos a replantearse sus viajes al sur de la frontera.
Para Eby, sin embargo, la disputa no es con el pueblo estadounidense. “Los estadounidenses comunes entienden lo que está ocurriendo”, dijo. “Nos dicen cosas como ‘Lo sentimos’. Somos amigos, vecinos, socios. Los canadienses sienten lo mismo. El presidente está solo en esto”.
Una grieta entre gobiernos y pueblos
El caso pone en evidencia una creciente fractura entre las políticas de altos funcionarios estadounidenses y el sentir general de las comunidades fronterizas, que comparten fuertes lazos culturales, comerciales y familiares.
Mientras se avecina un evento deportivo de escala mundial que exige colaboración binacional, el desafío diplomático será encontrar una forma de mantener abiertas las líneas de cooperación sin ceder ante presiones políticas que despiertan viejas tensiones.
Por ahora, el mensaje desde Columbia Británica es claro: Canadá no está dispuesta a tolerar ataques verbales sin respuesta, y si los boicots hacen eco en Washington, entonces se considera que están funcionando.
Crédito fotográfico: CityNews Toronto