
THE LATIN VOX (15 de noviembre de 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
El primer ministro canadiense, Mark Carney, viajará la próxima semana a los Emiratos Árabes Unidos (EAU) en medio de un torbellino diplomático que mezcla intereses estratégicos, presiones económicas y preocupantes denuncias de violaciones masivas de derechos humanos en Sudán.
Tanto Ottawa como Abu Dabi enfrentan crecientes cuestionamientos sobre su actual papel —directo o indirecto— en una de las guerras civiles más brutales del continente africano.
El viaje de Carney, acompañado por el ministro de Ingresos Nacionales, François-Philippe Champagne, busca profundizar una relación bilateral que ha florecido durante la última década y que hoy está anclada en comercio, inversiones y cooperación en defensa.
Pero la visita llega en un momento incómodo: Emiratos es señalado por apoyar al grupo paramilitar sudanés Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), autor de masacres, limpiezas étnicas y violencia sexual sistemática en las últimas semanas. Abu Dabi lo niega categóricamente.
Al mismo tiempo, Ottawa enfrenta preguntas sobre la aparición en Sudán de vehículos blindados fabricados por empresas canadienses que operan en territorio emiratí.
Una relación estratégica bajo presión
El interés canadiense por los Emiratos es evidente. El país del Golfo ha consolidado una enorme influencia comercial y diplomática en los años 2020, coronada recientemente por la aprobación de Washington para adquirir tecnología de microchips altamente restringida. Sus poderosos fondos soberanos administran más de tres billones de dólares, y la embajada emiratí en Ottawa calcula en 30.000 millones la inversión actual en Canadá.
“Hay mucho apetito por Canadá en Emiratos”, aseguró Champagne, quien acompañará a Carney en la misión comercial.
El acercamiento bilateral se remonta al deshielo producido tras el acuerdo del gobierno conservador de Stephen Harper para resolver disputas sobre visados y derechos de aterrizaje. Desde entonces, ambas naciones han firmado un acuerdo nuclear, un memorando de entendimiento para la gestión de inversiones y comercio, y también un marco de cooperación en defensa.
Sin embargo, esa expansión diplomática y económica choca hoy con la realidad de la guerra sudanesa y con las acusaciones que empañan la imagen internacional de EAU.
El oro, los puertos y una guerra brutal
Diversas organizaciones de derechos humanos sostienen que el interés principal de Abu Dabi en Sudán es asegurar el acceso a minerales —sobre todo oro— y controlar rutas estratégicas a través del puerto de Sudán, clave para el flujo de recursos africanos hacia el Golfo.
“El objetivo número uno para los EAU es el acceso a minerales, especialmente al oro. El segundo, el acceso al puerto de Sudán”, explica Mutasim Ali, asesor legal del Raoul Wallenberg Centre for Human Rights.
Ese patrón, asegura, se repite en otros escenarios donde Emiratos ha proyectado su influencia: Yemen, Libia, Etiopía, Somalia.
Aunque el gobierno emiratí niega cualquier financiamiento o apoyo al RSF, vuelos sospechosos entre Sudán y EAU alimentan versiones sobre la salida de metales preciosos hacia el Golfo y la entrada de armas hacia los combatientes sudaneses.
El incómodo rastro canadiense: vehículos blindados en Darfur
Canadá, que mantiene una prohibición sobre la venta directa de armas a Sudán, enfrenta críticas por permitir exportaciones a terceros países —en especial a los Emiratos— sin fuertes salvaguardias. El Globe and Mail informó en agosto sobre vehículos blindados canadienses fabricados por Streit Group, compañía con planta en los EAU, que habrían sido utilizados por el RSF en Darfur.
Imágenes y reportes de organizaciones como Amnistía Internacional muestran modelos Spartan, Gladiator y Cougar en manos de las fuerzas paramilitares o capturados por el ejército sudanés.
“Hay reportes de armas canadienses en Darfur desde hace una década”, afirma Michael Bueckert, de Canadians for Justice and Peace in the Middle East. “Canadá continúa exportando cantidades crecientes de armas a los EAU, sin evidencia de que esté cancelando permisos o tomando medidas reales para detener esto”.
El riesgo, sostiene, es estructural: “No existe forma de vender armas a los Emiratos y estar seguro de que no terminen en el arsenal del RSF”.
La protección diplomática de Abu Dabi
Expertos coinciden en que Emiratos goza de una potente coraza política construida sobre su riqueza, su relevancia geoestratégica y su rol en operaciones diplomáticas clave para Occidente. Abu Dabi fue fundamental en la evacuación de Afganistán en 2021 y ganó puntos con Washington al firmar los Acuerdos de Abraham en 2020.
“Las potencias occidentales no están dispuestas a señalar a los EAU directamente”, señala Ali. “Ministros y diplomáticos condenan las atrocidades en Sudán sin nombrar al perpetrador”.
Según él, incluso existe presión privada para evitar que gobiernos occidentales mencionen al RSF o a Emiratos de forma explícita.
Esta combinación de influencia geopolítica y poder económico dificulta cualquier intento de escrutinio internacional.
Una visita bajo la sombra de Darfur
Ni el Ministerio de Asuntos Globales de Canadá ni la embajada emiratí en Ottawa respondieron a solicitudes de comentarios sobre su posición respecto a la guerra sudanesa. Pero la misión de Carney a Abu Dabi llega inevitablemente marcada por estas tensiones.
El viaje, diseñado inicialmente como una ofensiva económica para asegurar inversiones y ampliar el acceso al capital del Golfo, se produce en un momento en el que la política exterior canadiense será examinada con mayor severidad.
Si Carney decide abordar el tema de Sudán —o si opta por evitarlo— podría definir la narrativa internacional sobre el compromiso canadiense con los derechos humanos en un contexto donde la economía y la moralidad chocan de frente.
Fuente: CBC News
Crédito fotográfico: The Canadian Press