
THE LATIN VOX (11 de octubre del 2025).- Por Daniela Medina.
En el ambiente cada vez más polarizado de la política canadiense, el líder del Partido Conservador, Pierre Poilievre, ha emprendido una estrategia discursiva agresiva: atribuirle al primer ministro Mark Carney la responsabilidad por prácticamente todos los males percibidos del país. En una columna reciente del Globe and Mail, titulada “Poilievre culpa a Carney por todo bajo el sol”, el autor denuncia que esta táctica pugna por transformar al nuevo líder liberal en blanco de todas las críticas, independentemente de su relativo breve ejercicio político. La estrategia es, según los críticos, tanto una maniobra política como una forma de tremendo riesgo para el debate público y el equilibrio institucional.
Poilievre acusa a Carney de todo: desde la crisis del costo de vida, la inseguridad alimentaria, la debilidad frente a Estados Unidos, hasta la lentitud para resolver conflictos laborales. Ya no bastan los debates ideológicos: la oposición señala, sistemática y universalmente, que cualquier problema canado-interno encuentra en Carney un culpable predeterminado.
Pero esta estrategia tiene matices: por un lado, refuerza la narrativa conservadora de que los liberales siempre están detrás de las “fallas nacionales”. Por otro, abre interrogantes sobre si esa acusación omnipresente es una táctica eficaz o un signo de desesperación política.
¿Qué motiva esta ofensiva verbal?
1. Construcción de un “chivo expiatorio” político
Para Poilievre, que ha sido el rostro principal de la oposición desde hace años, la llegada de Carney representa un rival peligroso con credenciales expertas en economía e instituciones. Identificar al primer ministro como causa de todos los males permite simplificar el discurso político para su base electoral: una versión del viejo populismo de culpar al “gobierno” por todo.
2. Debilidades políticas propias
Aunque Poilievre mantiene una sólida base de apoyo, enfrenta desgaste: críticas por estilo confrontativo, acusaciones de polarización, cuestionamientos sobre su conexión con Trump y debates sobre su capacidad para gobernar. En ese contexto, la ofensiva verbal le sirve para proyectar fuerza, mantener protagonismo mediático y reforzar su marca política frente a Carney.
3. Contexto de crisis externa e interna
Carney ha entrado al gobierno justo en medio de una guerra comercial con EE. UU., imposiciones arancelarias y presión por resultados inmediatos. Eso genera terreno fértil para que Poilievre capitalice cualquier tropiezo de la nueva administración como “falla liberal”. Culpar a Carney por todas las dificultades convierte los retos estructurales en erupciones políticas inmediatas.
Riesgos de una narrativa excesiva: desgaste y fragmentación
La estrategia de atribuir un responsable universal no está exenta de costo.
- Desgaste discursivo: si todo incluso lo que está fuera de su control se convierte en culpa de Carney, el mensaje empieza a carecer de credibilidad ante quienes exigen matices.
- Fatiga mediática: los votantes podrían saturarse de acusaciones sin propuestas concretas, llevando a un rechazo de estilo más que de contenido.
- Vulnerabilidad a los contrargumentos: el equipo liberal puede señalar rápidamente contradicciones, fallas en la acusación general o mostrar datos concretos donde Carney no tiene responsabilidad directa.
- Polarización extrema: cuando cada asunto nacional se politiza hasta ese nivel, la deliberación se vuelve imposible; la política deja de ser competencia de ideas para ser combate simbólico.
¿Puede Carney resistir este embate?
Carney, con su formación técnica y perfil menos combativo, ha adoptado una estrategia relativamente mesurada: ha evitado responder a cada flecha de Poilievre, buscando mantener la agenda en temas estructurales como comercio, aranceles y alianzas internacionales.
Sin embargo, el nuevo primer ministro debe equilibrar tres frentes:
- Responder cuando es necesario: cuando las acusaciones sean exageradas o engañosas, convocar datos, usar discursos claros y exponer la lógica detrás de decisiones.
- Marcar la agenda propia: no permitir que la política reactivista responder a ataques secuestre su programa de gobierno.
- Construir legitimidad institucional: usar mecanismos legales, parlamentarios y comunicación pública para proteger la democracia del ciclo continuo de acusaciones sin fundamento.
Implicaciones para el panorama político canadiense
- Este tipo de confrontación constante podría radicalizar al electorado y reducir el espacio para acuerdos bipartidistas.
- Poilievre fortalece su perfil de “opositor combativo”, pero a riesgo de agotarse como figura polarizadora.
- Carney podría beneficiarse si logra superar crisis concretas con resultados: la narrativa de “culpable universal” pierde fuerza si quien gobierna entrega soluciones.
- En elecciones futuras, el foco podría moverse del estilo confrontativo a la competencia técnica: ¿quién entrega resultados creíbles?
Fuente: www.theglobeandmail.com
Foto: Google fotos