En los últimos meses, se han registrado varios incidentes violentos entre grupos eritreos en Canadá y en otros países, lo que ha generado preocupación por la seguridad de la comunidad y por la influencia del régimen autoritario de Eritrea en el extranjero.
Eritrea es un pequeño país del Cuerno de África que se independizó de Etiopía en 1993 tras una larga guerra. Desde entonces, está gobernado por el presidente Isaias Afwerki, quien ha sido acusado de violar los derechos humanos, reprimir la disidencia y obligar a los ciudadanos a realizar un servicio militar indefinido.
Muchos eritreos han huido del país en busca de refugio, y se estima que hay unos 500.000 eritreos viviendo en la diáspora, incluyendo unos 20.000 en Canadá. Sin embargo, la comunidad eritrea está dividida entre los partidarios y los opositores del régimen, lo que ha provocado tensiones y enfrentamientos.
Uno de los factores que ha agravado la situación es el conflicto armado que estalló en noviembre de 2020 en la región de Tigray, al norte de Etiopía, donde el gobierno federal etíope lanzó una ofensiva contra el Frente de Liberación Popular de Tigray (TPLF), que había gobernado la región durante décadas. Eritrea se alió con Etiopía y envió tropas a Tigray, donde se les acusa de cometer atrocidades contra la población civil.
Esto ha generado una fuerte reacción entre los eritreos de la diáspora, especialmente entre los que pertenecen al grupo étnico tigré, que constituye el 55% de la población de Eritrea. Algunos han organizado protestas para denunciar la intervención de Eritrea en Tigray y exigir el fin de la dictadura de Afwerki, mientras que otros han expresado su apoyo al gobierno eritreo y su alianza con Etiopía.
Estas manifestaciones han derivado en ocasiones en enfrentamientos violentos entre los dos bandos, tanto en Canadá como en otros países como Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Suecia y Australia. Por ejemplo, el pasado 31 de agosto, se produjo una pelea entre unos 40 eritreos en un parque de Calgary, donde se habían congregado para celebrar el Día Nacional de Eritrea. La policía tuvo que intervenir para separar a los grupos y detuvo a dos personas.
Los expertos advierten de que estos incidentes pueden escalar y poner en riesgo la convivencia y la integración de los eritreos en sus países de acogida. Asimismo, señalan que el régimen de Eritrea tiene una red de espionaje e intimidación entre los miembros de la diáspora, a los que presiona para que paguen un impuesto del 2% sobre sus ingresos y para que no critiquen al gobierno.
Por ello, piden a las autoridades canadienses y de otros países que protejan a los eritreos que se sienten amenazados o acosados por sus compatriotas afines al régimen, y que investiguen las posibles violaciones de las leyes locales por parte de los agentes o simpatizantes del gobierno eritreo. También instan a la comunidad internacional a presionar a Eritrea para que retire sus tropas de Tigray y respete los derechos humanos de su pueblo.