Astronauta hindú inspira a una nueva generación de astrónomos a viajar al espacio

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THE LATIN VOX (12 de julio del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.

Una noche despejada, una órbita precisa y millones de ojos mirando hacia el cielo: este fin de semana, cuando la Estación Espacial Internacional (EEI) sobrevuela India, no serán solo astrónomos quienes busquen avistarla. Serán niños, niñas y adolescentes, como los estudiantes del colegio público Kalash en Bengala Occidental, quienes sigan con fervor la trayectoria de su nuevo héroe: Shubhanshu Shukla, el primer astronauta indio en visitar la EEI en más de cuatro décadas.

Shukla, piloto de pruebas de la Fuerza Aérea India e ingeniero formado por la ISRO (Organización de Investigación Espacial de la India), forma parte de la Misión Axiom 4, colaborando como piloto en una misión que ha reavivado el entusiasmo por el espacio en todo el país. Solo otro indio, Rakesh Sharma en 1984, ha viajado al espacio antes que él.

“¿Y si Shukla descubre una forma de que los humanos podamos vivir en otros planetas?”, se pregunta Deborshi Halder, de 15 años, mientras sus compañeros debaten sobre vida extraterrestre, contaminación espacial y el futuro del universo. Su compañera, Sabnam Sireen, ofrece una visión más cautelosa: “Si logramos habitar otros planetas, ¿los explotaremos también como hicimos con la Tierra?”

Una chispa encendida en las aulas

Estos debates no surgieron por casualidad. En Kalash High School, donde estudian Deborshi y Sabnam, una serie de talleres impartidos por la Life-To and Beyond Foundation ha revolucionado la forma en que los jóvenes piensan sobre el universo.

La organización, fundada por el divulgador científico Sibsankar Palit en 2022, ha llevado talleres interactivos de ciencia espacial a más de 30 escuelas, muchas en zonas rurales o afectadas por conflictos, como Sukma, en el estado de Chhattisgarh.

“Los libros no bastan. Los niños necesitan experiencias tangibles para despertar su curiosidad”, explica Palit, quien enseña a los estudiantes a construir modelos de cohetes y sistemas solares con papel y materiales reciclados.

En uno de estos talleres, Fardin Ahmed, de 14 años, creó su propio modelo del sistema solar. “Sabía que existía el universo, pero nunca pensé en lo enorme que es. Me hizo darme cuenta de lo pequeños que somos en esta galaxia infinita”, dijo con los ojos brillando de emoción.

Tecnología en manos humildes

En un país donde solo el 53.6% de las escuelas secundarias tienen laboratorios de ciencias integrados, la creatividad se vuelve crucial. En Kalash, la profesora Imrana Rahaman recuerda cómo una aplicación de planetario, instalada en los teléfonos de sus padres, permitió a Labiba Naaz y a otra alumna observar y estudiar el cielo nocturno.

Hoy, ambas siguen en tiempo real la ubicación de la EEI y de su ídolo, Shukla. “Queremos ver la estación pasar y saludarle desde aquí”, dicen sonriendo.

El profesor Saikat Ganguly, impulsor de los talleres en Kalash, explica: “Estas experiencias les muestran que la ciencia no es solo para las grandes ciudades o para quienes tienen dinero. Es también para ellos.”

De aldeas a las estrellas

Palit recuerda constantemente a los alumnos que el programa espacial indio nació en una aldea, cuando en 1963 se lanzó el primer cohete desde el pequeño pueblo pesquero de Thumba, en Kerala. “El origen humilde de nuestro programa espacial es la mejor prueba de que los sueños grandes pueden nacer en lugares pequeños.”

Muchos de los estudiantes de Kalash son primera generación de sus familias en asistir a la escuela, y ven en Shukla una figura de esperanza. Con su nombre circulando por todas las conversaciones escolares y las noticias siendo comentadas en los pasillos, el espacio ya no parece un sueño lejano.

Una nueva generación de soñadores

A diferencia de décadas pasadas, la fascinación por el espacio hoy no se limita a élites urbanas. Niñas como Labiba y niños como Fardin, desde sus aulas humildes, se atreven a mirar al cielo y preguntar: ¿y por qué no yo?

“Antes no pensaba mucho en el universo”, dice Fardin. “Pero ahora, cada noche miro al cielo con otras preguntas en la cabeza.”

India, un país con una larga tradición científica pero desafíos educativos profundos, está viendo cómo una nueva generación de soñadores se forma entre cartulinas, papel reciclado, apps móviles y telescopios imaginarios. Con cada órbita de la EEI, el espacio deja de ser una frontera inalcanzable y se convierte en un horizonte posible.

Y cuando el cielo nocturno se ilumine este sábado, serán miles de ojos jóvenes los que seguirán la trayectoria brillante de Shubhanshu Shukla. No solo verán una estación espacial: verán reflejados sus propios sueños, más allá de la atmósfera.

“Shux”, como llaman cariñosamente a Shukla sus compañeros astronautas, ya no está solo en su misión. Con cada órbita, arrastra consigo el deseo colectivo de un país entero: demostrar que, desde cualquier rincón de la Tierra, incluso desde una escuela rural de Bengala, se puede alcanzar el universo.

Crédito fotográfico: Getty Images


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