
En los días previos a la segunda investidura de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, miles de personas se congregaron en Washington D.C. para expresar su oposición a su reelección y manifestar su preocupación por las políticas que, según ellos, podrían amenazar derechos fundamentales y valores democráticos. La manifestación, conocida como la «Marcha del Pueblo», reunió a participantes de diversas partes del país, quienes se unieron para defender causas como los derechos reproductivos de las mujeres, la justicia racial, la lucha contra el cambio climático y los derechos de la comunidad LGBTQ+.
La marcha comenzó en las primeras horas de la mañana, con los participantes congregándose en diferentes puntos de la ciudad, como la Plaza Lafayette y el Parque McPherson. Portando pancartas con lemas como «Feministas contra el fascismo» y «La gente por encima de la política», los manifestantes se dirigieron hacia el Monumento a Lincoln, donde se llevó a cabo un mitin con discursos de líderes comunitarios y defensores de derechos civiles.
A pesar de las bajas temperaturas y la amenaza de condiciones climáticas adversas, la multitud se mantuvo unida y comprometida con la causa. Algunos participantes, como Jill Parrish de Austin, Texas, expresaron su temor por el estado de la democracia y su determinación de mostrar que una parte significativa de los votantes no apoyó la reelección de Trump.
La «Marcha del Pueblo» es una reconfiguración de la histórica «Marcha de las Mujeres» que tuvo lugar en 2017, tras la primera investidura de Trump. Aunque la participación fue menor en comparación con la multitud de más de 500,000 personas que se reunieron en 2017, los organizadores destacaron la importancia de mantener la movilización y el activismo continuo, enfocándose en temas como la justicia social, la equidad y la protección de los derechos humanos.
Además de la marcha principal en Washington, se llevaron a cabo más de 350 manifestaciones en todo el país, reflejando un movimiento social amplio y diverso que busca influir en las políticas de la nueva administración y garantizar la protección de los derechos y libertades fundamentales.
La manifestación transcurrió en su mayoría de manera pacífica, aunque se registraron momentos de tensión entre los manifestantes y algunos simpatizantes de Trump. La policía local desplegó un dispositivo de seguridad para garantizar el orden público y la seguridad de los participantes.
Este evento subraya la persistente división política en Estados Unidos y la determinación de una parte significativa de la población de vigilar y, en su caso, desafiar las políticas de la administración entrante. Los organizadores enfatizaron la necesidad de continuar con el activismo y la participación ciudadana más allá de las manifestaciones, instando a los participantes a involucrarse en acciones concretas en sus comunidades y a mantener la presión sobre los responsables políticos para garantizar la protección de los derechos y valores democráticos.
La «Marcha del Pueblo» se presenta como una plataforma para la unidad y la acción colectiva, buscando trascender las diferencias partidistas y enfocándose en la defensa de los derechos humanos y la justicia social. A medida que la administración de Trump asume el poder, se anticipa que este tipo de movilizaciones continúen siendo una característica destacada del panorama político estadounidense, reflejando la vitalidad y la diversidad del activismo ciudadano en el país.