
THE LATIN VOX (12 de septiembre de 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
La certeza de que durante décadas sostuvo la política exterior del Golfo —ser útil a Estados Unidos garantiza protección— se resquebrajó esta semana tras un hecho sin precedentes: un ataque israelí en pleno territorio de Qatar.
El bombardeo del martes en Doha, dirigido contra líderes de Hamás, dejó seis muertos, entre ellos un oficial qatarí. Dos días después, el emir Sheikh Tamim bin Hamad al-Thani encabezó el funeral en la mezquita estatal, rezando sobre ataúdes cubiertos con banderas palestinas y una qatarí. “Esto es terrorismo de Estado. Hemos sido traicionados”, denunció el emir en una entrevista televisiva.
Un pacto roto
Desde los años 90, Qatar ha tejido un delicado equilibrio: servir como mediador en conflictos internacionales —desde negociaciones entre Israel y Hamás hasta el histórico diálogo entre Estados Unidos y los talibanes— y, al mismo tiempo, albergar en su suelo la base aérea de Al Udeid, la mayor instalación militar estadounidense en Medio Oriente.
Washington ofrecía a cambio armas, respaldo diplomático y un paraguas de seguridad frente a las turbulencias regionales y la rivalidad con Irán.
Ese entendimiento, sin embargo, tambaleó cuando Washington no evitó el ataque israelí. Donald Trump aseguró haber intentado advertir a Doha, pero las autoridades qataríes insistieron en que la notificación llegó solo después de la operación. Para muchos líderes árabes, el mensaje fue inequívoco: Estados Unidos podía detener a Israel, pero eligió no hacerlo.
Repercusiones regionales inmediatas
La reacción en el Golfo fue fulminante. Incluso países con relaciones tensas con Doha interpretaron la agresión como una afrenta a su soberanía colectiva. El presidente de Emiratos Árabes Unidos, el príncipe heredero de Jordania y el ministro de Exteriores egipcio viajaron a Qatar en una muestra de solidaridad. El domingo, Doha será sede de una cumbre árabe-islámica de emergencia.
“El ataque ha catalizado un acercamiento entre los estados del Golfo, que empiezan a pasar de la solidaridad a la acción”, señaló Yasmine Farouk, directora de proyecto en el International Crisis Group.
Un golpe a la diplomacia estadounidense
Más allá del corto plazo, el golpe más profundo se dirige a la relación estratégica con Washington. “Los estados del Golfo creían que impedir un ataque israelí contra Qatar era obvio, casi automático. EE.UU. pudo hacerlo con un gesto mínimo”, explicó Patrick Theros, exembajador estadounidense en Doha.
La consecuencia, apuntan analistas, será una erosión silenciosa pero constante de la influencia estadounidense en la región. Acceso a capital del Golfo, cooperación en proyectos de seguridad o adhesión a iniciativas como los Acuerdos de Abraham podrían empezar a debilitarse. “Será en las pequeñas negativas, acumuladas con el tiempo, donde se notará el cambio”, advirtió Theros.
Washington sigue siendo indispensable… por ahora
Ningún país del Golfo planea romper de forma abrupta con Estados Unidos. Su papel como garante del orden económico y militar sigue siendo vital. Pero la sensación de traición ha dejado una huella.
El emir Tamim resumió el sentimiento en su entrevista: “No hay palabras para expresar nuestra rabia. Esto es terrorismo de Estado”. Palabras que, para muchos en la región, marcan un antes y un después en la relación con Washington y en la percepción de su papel como protector del Golfo.
Crédito fotográfico: Al Jazeera