El gobierno de Quebec ha introducido una importante expansión a su ley de muerte asistida, permitiendo a personas con enfermedades como el Alzheimer y otras afecciones neurodegenerativas que hagan solicitudes anticipadas de eutanasia. Esta legislación surge ante la creciente demanda de aquellos que temen perder la capacidad de tomar decisiones en fases avanzadas de la enfermedad. Bajo esta nueva regulación, los pacientes podrán firmar declaraciones por adelantado, antes de que su estado cognitivo se deteriore irremediablemente, permitiendo que se les administre asistencia médica para morir cuando pierdan la capacidad de dar su consentimiento informado.
El ministro de Salud y Servicios Sociales de Quebec, Christian Dubé, afirmó que esta expansión busca respetar la dignidad y la autonomía de los pacientes. La ley pretende brindar a las personas la opción de tener una muerte digna, en lugar de prolongar un sufrimiento innecesario. Desde que Quebec se convirtió en la primera provincia canadiense en aprobar la muerte asistida en 2015, ha continuado liderando la legislación en el país sobre este delicado tema. Sin embargo, esta modificación ha generado debates en la sociedad y el ámbito médico.
Entre los partidarios, se argumenta que las solicitudes anticipadas son esenciales para aquellos que viven con miedo a la pérdida de sus facultades mentales, y que la ley proporciona una salida compasiva para las personas y sus familias. Los defensores de los derechos de los pacientes subrayan que el acceso a una muerte asistida debería ser parte integral de los cuidados al final de la vida, permitiendo a los individuos tomar decisiones difíciles mientras aún tienen pleno uso de sus facultades.
Por otro lado, los críticos señalan las preocupaciones éticas que plantea esta expansión, temiendo que los pacientes en estado avanzado puedan sentirse presionados a elegir la muerte para no convertirse en una carga para sus seres queridos. Organizaciones de derechos de personas con discapacidades han expresado inquietudes sobre el riesgo de que las vidas de personas con discapacidades graves sean desvalorizadas. Estos grupos también cuestionan si los controles existentes serán suficientes para proteger a las personas más vulnerables de la sociedad.
Además, médicos y especialistas en cuidados paliativos han advertido que la expansión de la ley puede generar una «pendiente resbaladiza» hacia un uso más amplio y menos regulado de la eutanasia. Algunos profesionales del área de la salud han señalado que, aunque es vital ofrecer opciones a los pacientes, también es esencial garantizar un acceso adecuado a cuidados paliativos de alta calidad, para que la muerte asistida no se convierta en la única alternativa percibida para evitar el sufrimiento.
Este cambio legislativo en Quebec, por lo tanto, no sólo refleja una creciente aceptación del derecho a morir en determinadas circunstancias, sino que también pone de relieve la complejidad ética y emocional que rodea el tema de la eutanasia, mientras la sociedad lucha por equilibrar el respeto a la autonomía personal con la protección de los más vulnerables.
La ley, que aún debe pasar por varias fases de debate y aprobación en la Asamblea Nacional de Quebec, podría tener implicaciones significativas no solo en la provincia, sino también en el resto de Canadá, donde el debate sobre el derecho a morir sigue siendo un tema candente.