¿Reflejan los asesinos en el extranjero una India más asertiva?

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La reciente acusación de Canadá de que India estaría detrás del asesinato de un líder separatista sij en Columbia Británica ha provocado una crisis diplomática entre los dos países. El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, dijo que había “alegaciones” creíbles de un vínculo indio “potencial” con el asesinato de Hardeep Singh Nijjar, ocurrido en junio de 2023. India negó cualquier implicación y expulsó a dos diplomáticos canadienses en represalia.

Más allá de la veracidad de las afirmaciones de Canadía, el deterioro de las relaciones entre India y Canadá apunta a signos de una política exterior más asertiva por parte de India. India ha estado en el centro de atención geopolítica durante el pasado año, como lo demuestra el hecho de que haya sido la anfitriona de la cumbre del G20 en Nueva Delhi a principios de este mes. Ha superado a China en población y al Reino Unido en PIB. El primer ministro indio, Narendra Modi, ha recibido una bienvenida de alfombra roja en varias capitales, sobre todo en Washington en junio.

Sin embargo, ¿hay un lado oscuro en el hecho de que India juegue un papel más asertivo en el escenario mundial? Ya ha sido criticada por su posición sobre la guerra en Ucrania, a pesar de la muy publicitada declaración de Modi de que “la era de hoy no debe ser de guerra”. La disputa con Canadá apunta a dos facetas adicionales de la diplomacia india: primero, que India podría ser más propensa a ofenderse por acciones que desafíen su soberanía y su estatus; y segundo, que podría estar más dispuesta a tomar represalias contra tales acciones.

Curiosamente, ambas tienen paralelismos con China. Esto apunta a que las políticas exteriores de ambos países están menos arraigadas en las ideologías de sus partidos gobernantes -el nacionalismo hindú para el BJP y el marxismo-leninismo en el caso del Partido Comunista Chino- y más en la autopercepción de que son estados civilizacionales que merecen ser tratados como grandes potencias mundiales. Relacionado con esto, ambos países se aferran a la necesidad de corregir las injusticias históricas. Los “100 años de humillación” de China por parte de Occidente y Japón se corresponden con los “200 años de humillación” de India bajo el dominio colonial británico.

Al igual que China, India también ha demostrado su disposición a emplear herramientas de coerción económica como forma de castigo, sobre todo la perspectiva de acceso a su vasto mercado de 1.400 millones de personas. Tras las recientes expulsiones diplomáticas mutuas entre Canadá e India, la probabilidad de concluir un acuerdo de libre comercio entre los países es nula para el futuro previsible, a pesar de las nueve rondas de negociaciones (la más reciente en julio).


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